El ángel que hablaba conmigo volvió y me
despertó, como a quien se lo despierta de su sueño.
El me preguntó: «¿Qué ves?». Yo le
respondí: «Veo un candelabro de oro macizo, con un recipiente en la parte superior:
sobre el candelabro hay siete lámparas, y siete mecheros para las lámparas que
están arriba de él.
A su lado hay dos olivos» uno a la derecha
y otro a la izquierda del recipiente».
Yo tomé la palabra y dije al
ángel que hablaba conmigo: «¿Qué son estas cosas, mi Señor?».
El ángel que hablaba conmigo
me respondió: «¿No sabes qué son estas cosas?» Yo le dije: «No, mi
Señor».
6a El me respondió:
10b «Estas siete lámparas
son los ojos del Señor que vigilan toda la tierra».
Entonces tomé la palabra
y le dije: «¿Qué son esos dos olivos, a la derecha y a la izquierda del
candelabro?».
Por segunda vez le pregunté:
«¿Qué son las dos ramas de olivo, que derraman aceite dorado a través de los
dos tubos de oro?».
El me respondió: «¿No sabes lo que son
esas cosas?». Yo le dije: «No, mi Señor».
El me respondió: «Son los
dos Ungidos que están de pie junto al Señor de toda la tierra».
6b Esta es la palabra del Señor acerca de
Zorobabel: ¡No por el poder ni por la fuerza, sino por mi espíritu...! –dice el
Señor de los ejércitos–.
¿Quién eres tú, gran montaña? ¡Ante
Zorobabel te convertirás en una llanura! El sacará la piedra maestra a los
gritos de: «¡Qué hermosa, qué hermosa es!».
La palabra del Señor me llegó en estos
términos:
Las manos de Zorobabel pusieron
los cimientos de esta Casa, y sus manos la terminarán. Así sabrán que me ha
enviado a ustedes el Señor de los ejércitos.
10a ¿Quién despreció el
día de los modestos comienzos? Que se alegre, al ver la piedra elegida en manos
de Zorobabel.