Tob10 - kzu/VocabularioTeologiaBiblica GitHub Wiki
El Antiguo Testamento
TOBIAS
Capítulo 10
Mientras tanto, Tobit contaba uno por uno
los días que debía durar el viaje de ida y vuelta. Cuando se cumplió el plazo,
sin que su hijo hubiera vuelto,
pensó: «¿Lo habrán retenido allí? A lo
mejor, ha muerto Gabael y no hay nadie que le entregue el dinero».
Y comenzó a preocuparse.
Ana, su mujer, decía: «¡Mi hijo ha muerto,
ya no está entre los vivos!». Y se puso a llorar y a lamentarse por su hijo,
diciendo:
«¡Qué desgracia, hijo mío! Yo
te dejé ir, a ti, la luz de mis ojos!».
Tobit le decía: «¡Tranquilízate, hermana,
no pienses eso! El está bien. Habrán tenido algún contratiempo. Su compañero es
persona de confianza, es uno de nuestros hermanos. No te preocupes por él.
Llegará de un momento a otro».
Pero ella replicaba: «Déjame, no trates de
engañarme. Mi hijo ha muerto». Y todos los días salía a mirar el camino por
donde se había ido su hijo, porque no se fiaba de nadie. Al caer la tarde,
entraba en su casa y pasaba las noches llorando y lamentándose sin poder
dormir. Cuando pasaron los catorce días de la fiesta que Ragüel había prometido
celebrar en honor de su hija, Tobías fue a decirle: «Déjame partir, porque
seguramente mi padre y mi madre piensan que ya no volverán a verme. Te ruego,
padre, que me dejes volver a la casa de mi padre. Ya te dije en qué estado lo
dejé».
Ragüel respondió a Tobías: «Quédate
conmigo, hijo mío. Yo enviaré mensajeros a tu padre Tobit, para
que le lleven noticias tuyas».
Tobías insistió: «No, por
favor. Déjame volver al lado de mi padre».
Ragüel le entregó en seguida
a Sara, con la mitad de todos sus bienes en servidores y servidoras, en bueyes,
camellos, asnos y camellos, en vestidos, plata y utensilios.
Así los hizo partir
contentos. Al despedirse de Tobías, le dijo: «¡Salud, hijo mío, y buen viaje!
¡Que el Señor del Cielo los guíe, a ti y a tu esposa Sara, y que yo pueda ver a
sus hijos antes de morir!».
A su hija Sara le dijo: «Ve a la casa de
tu suegro. Desde ahora ellos son tus padres, como los que te
hemos dado la vida. Vete en paz, hija mía. ¡Ojalá toda mi vida pueda oír buenas
noticias tuyas!». Y después de abrazarlos, los dejó partir.
Edna, por su parte, dijo a
Tobías: «Hijo y hermano muy querido, quiera el Señor que vuelvas, y que yo
tenga vida para ver a tus hijos y a los de mi hija Sara, antes de morir!». En
presencia del Señor, te confío a mi hija para que la cuides. No la entristezcas
ni un solo día de tu vida. Vete en paz, hijo mío. De ahora en adelante, yo soy
tu madre y Sara es tu hermana. ¡Ojalá pudiéramos ser igualmente felices todos
los días de nuestra vida!». Luego besó a los dos y los dejó partir llenos de
alegría.
Tobías salió feliz y contento de la casa
de Ragüel, bendiciendo al Señor del cielo y de la tierra, el Rey del universo,
por el buen resultado de su viaje. Ragüel le dijo: «Ojalá puedas
honrar a tus padres todos los días de su vida!».