Sal35 - kzu/VocabularioTeologiaBiblica GitHub Wiki
El Antiguo Testamento
SALMOS
SALMO 35
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De David. Combate, Señor, a los que me atacan, pelea contra los que me hacen la guerra.
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Toma el escudo y el broquel, levántate y ven en mi ayuda;
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empuña la lanza y la jabalina para enfrentar a mis perseguidores; dime: «Yo soy tu salvación».
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Que sufran una derrota humillante los que intentan quitarme la vida; que vuelvan la espalda confundidos los que traman mi perdición.
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Que sean como la paja ante el viento, mientras el Angel del Señor los arrastra;
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que su camino sea oscuro y resbaladizo, mientras el Angel del Señor los persigue.
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Porque me tendieron sus redes sin motivo y me cavaron una fosa mortal:
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¡que los sorprenda un desastre imprevisto; que sean atrapados por sus propias redes, y caigan en la fosa que ellos mismos cavaron!
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Pero yo me alegraré en el Señor, me regocijaré por su victoria;
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todo mi ser proclamará: «Señor, no hay nadie igual a ti; tú libras al débil de las manos del más fuerte, y al pobre, de aquel que lo despoja».
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Se presentan contra mí testigos falsos; me piden cuenta de cosas que ignoro;
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me devuelven mal por bien, dejando mi alma desolada.
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Yo, en cambio, cuando ellos estaban enfermos, me cubría con ropas de penitente, afligía mi alma con ayunos y oraba con la cabeza inclinada.
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Ellos eran para mí como un amigo o un hermano, y yo andaba triste y abatido, como quien llora la muerte de su madre.
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Pero cuando tropecé ellos se alegraron, se juntaron todos contra mí y me golpearon sorpresivamente; me desgarraban sin cesar,
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se burlaban de mí con crueldad y rechinaban contra mí sus dientes.
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Señor, ¿cuánto tiempo vas a tolerarlo? Líbrame de los animales rugientes, salva mi vida de los leones;
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y te daré gracias en la gran asamblea, te alabaré en medio de una multitud.
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¡Que no canten victoria mis enemigos traicioneros, ni se guiñen el ojo los que me odian sin motivo!
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Ellos no hablan de paz, sino que atacan a los oprimidos de la tierra; traman planes engañosos
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y se ríen de mí a carcajadas, diciendo: «Lo hemos visto con nuestros propios ojos».
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Tú también lo has visto, Señor, no te calles; no te quedes lejos de mí, Señor;
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¡despiértate, levántate, Dios mío, Señor mío, defiende mi causa!
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Júzgame según tu justicia, Señor; Dios mío, que no canten victoria sobre mí;
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que no piensen: «Se cumplió nuestro deseo», ni digan: «Lo hemos devorado».
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Que sufran una derrota humillante los que se alegran de mi desgracia; que se cubran de confusión y de vergüenza los que se envalentonan contra mí.
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Canten, en cambio, y alégrense, los que desean mi triunfo; los que desean mi felicidad, repitan siempre: «¡Qué grande es el Señor que en la paz de su siervo se complace!».
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Entonces mi lengua pregonará tu justicia, y cada día proclamaré tu alabanza.