¡Escuchen, reyes, y
comprendan! ¡Aprendan, jueces de los confines de la tierra!
¡Presten atención, los que
dominan multitudes y están orgullosos de esa muchedumbre de naciones!
Porque el Señor les ha dado
el dominio, y el poder lo han recibo del Altísimo: él examinará las obras de
ustedes y juzgará sus designios,
Ya que ustedes, siendo ministros de su
reino, no han gobernado con rectitud ni han respetado la Ley ni han obrado
según la voluntad de Dios
él caerá sobre ustedes en
forma terrible y repentina, ya que un juicio inexorable espera a los que están
arriba.
Al pequeño, por piedad, se le perdona, pero
los poderosos serán examinados con rigor.
Porque el Señor de todos no retrocede ante
nadie, ni lo intimida la grandeza: él hizo al pequeño y al grande, y cuida de
todos por igual,
Pero los poderosos serán
severamente examinados.
A ustedes, soberanos, se
dirigen mis palabras, para que aprendan la Sabiduría y no incurran en falta;
porque los que observen
santamente las leyes santas serán reconocidos como santos, y los que se dejen
instruir por ellas, también en ellas encontrarán su defensa.
Deseen, entonces, mis
palabras; búsquenlas ardientemente, y serán instruidos. Encuentro con la
Sabiduría
La Sabiduría es luminosa y
nunca pierde su brillo: se deja contemplar fácilmente por los que la aman y
encontrar por los que la buscan.
Ella se anticipa a darse a conocer a los
que la desean.
El que madruga para buscarla no se
fatigará, porque la encontrará sentada a su puerta.
Meditar en ella es la
perfección de la prudencia, y el que se desvela por su causa pronto quedará
libre de inquietudes.
La Sabiduría busca por todas
partes a los que son dignos de ella, se les aparece con benevolencia en los
caminos y les sale al encuentro en todos sus pensamientos.
El comienzo de la Sabiduría
es el verdadero deseo de instruirse, querer instruirse, es amarla;
amarla, es cumplir sus
leyes, observar sus leyes, es garantía de incorruptibilidad,
y la incorruptibilidad hace
estar cerca de Dios:
así, el deseo de la
Sabiduría conduce a la realeza.
Si a ustedes, entonces,
soberanos de los pueblos, les agradan los tronos y los cetros, honren a la
Sabiduría y reinarán para siempre.
¿Pero qué es la Sabiduría y
cuál es su origen? Yo lo voy a anunciar, sin ocultarles sus misterios: me
remontaré hasta sus orígenes más remotos, pondré al descubierto su
conocimiento, y no me apartaré de la verdad.
No me acompañará en el camino la envidia
corrosiva, porque ella no tiene nada en común con la Sabiduría.
Una multitud de sabios es la salvación del
mundo, y un rey sensato asegura la estabilidad de su pueblo.
Por lo tanto, déjense instruir por mis
palabras, y esto les resultará provechoso.