Sab19 - kzu/VocabularioTeologiaBiblica GitHub Wiki
El Antiguo Testamento
SABIDURIA
Capítulo 19
Pero sobre los impíos se abatió hasta el
fin una ira despiadada, porque Dios tenía previsto lo que ellos harían:
después de dejar que el pueblo se fuera, y
de ungirlos a partir apresuradamente, ellos, cambiando de idea, saldrían a
perseguirlos.
En efecto, cuando todavía celebraban sus
ritos fúnebres y se lamentaban junto a las tumbas de sus muertos, concibieron
otro proyecto descabellado: a los que ellos mismos habían rogado que se fueran
los comenzaron a perseguir como fugitivos.
La fuerza de las cosas los arrastraba con
toda justicia a ese extremo y les hacía olvidar lo que había sucedido, para que
terminaran de sufrir el castigo que aún faltaba a sus tormentos:
así, mientras tu pueblo emprendía una
maravillosa travesía, ellos encontrarían una muerte insólita.
Porque la creación entera, obedeciendo a
tus órdenes, adquiría nuevas formas en su propia naturaleza, para que tus hijos
fueran preservados incólumes.
Se vio a la nuble cubrir el campamento con
su sombra y emerger la tierra seca de lo que antes era agua; apareció en el Mar
Rojo un camino despejado y una verde llanura, entre las olas impetuosas:
por allí paso todo un pueblo, protegido por
tu mano, contemplando prodigios admirables.
Eran como caballos en un pastizal y
retozaban como corderos, alabándote a ti, Señor, su liberador.
Todavía recordaban lo que había sucedido
en su destierro: cómo los mosquitos, en lugar de reproducirse naturalmente,
fueron producidos por la tierra, y cómo las ranas, en lugar de nacer de otros
animales acuáticos, fueron vomitadas por el Río en gran cantidad.
Más tarde, vieron también un nuevo modo de
nacer las aves: cuando, excitados por la gula, ellos reclamaron manjares
delicados,
para reconfortarlos, subieron codornices
desde el mar.
Pero sobre los pecadores se abatieron los
castigos, no sin antes ser preanunciados por la furia de los rayos: con toda
justicia, ellos sufrían a causa de su maldad, ya que habían llevado al extremo
su odio contra el extranjero.
Porque otros no recibieron a los
desconocidos que llegaban, pero estos redujeron a servidumbre a huéspedes
bienhechores.
Más aún, aquellos –y eso se les tendrá en
cuenta– mostraron desde el principio hostilidad ante el extranjero;
pero estos, en cambio, después de recibir
a tu pueblo con fiestas, y de hacerlo participar de sus mismos derechos, lo
maltrataron con terribles trabajos.
Por eso fueron castigados con la ceguera,
como aquellos otros a las puertas del justo cuando rodeados de profundas
tinieblas, cada uno buscaba el acceso de su puerta.
Así, los elementos intercambiaban entre sí
sus propiedades, como en un instrumento de cuerdas los sonidos cambian su
ritmo, permaneciendo siempre la misma tonalidad. Esto es lo que se infiere
claramente al examinar lo sucedido:
seres terrestres se volvían
acuáticos, los que nadan se desplazaban sobre la tierra;
el fuego superaba en el agua su propia
fuerza y el agua olvidaba su poder de apagar;
las llamas, por el contrario, no consumían
la carne de los seres corruptibles que pasaban por ellas, ni tampoco derretían
aquel alimento divino, parecido a la escarcha y tan fácil de disolverse.
Por todos los medios, Señor, tú has
engrandecido y glorificado a tu pueblo, y no has dejado de asistirlo en todo tiempo
y lugar.