«Vengan, volvamos al Señor: él nos ha
desgarrado, pero nos sanará; ha golpeado, pero vendará nuestras heridas.
Después de dos días nos hará
revivir, al tercer día nos levantará, y viviremos en su presencia.
Esforcémonos por conocer al Señor: su
aparición es cierta como la aurora. Vendrá a nosotros como la lluvia, como la
lluvia de primavera que riega la tierra».
¿Qué haré contigo, Efraím? ¿Qué haré
contigo, Judá? Porque el amor de ustedes es como nube matinal, como el rocío de
pronto se disipa.
Por eso los hice pedazos por medio de los
profetas, los hice morir con las palabras de mi boca, y mi juicio surgirá como
la luz.
Porque yo quiero amor y no sacrificios,
conocimiento de Dios más que holocaustos.
Ellos violaron mi alianza en Adam, allí me
traicionaron.
Galaad es una ciudad de malhechores, llena
de improntas de sangre.
Como bandidos que están al acecho, una
banda de sacerdotes asesina en el camino de Siquem; ¡es una infamia lo que
hacen!
En la casa de Israel he visto una cosa
horrible; allí se prostituye Efraím, se contamina Israel.
También a ti, Judá, se te ha destinado
una cosecha, cuando yo cambie la suerte de mi pueblo.