Num23 - kzu/VocabularioTeologiaBiblica GitHub Wiki
El Antiguo Testamento
NUMEROS
Capítulo 23
El primer oráculo de Balaam
Balaam dijo de Balac: «Constrúyeme aquí
siete altares y prepárame siete novillos y siete carneros».
Balac hizo lo que Balaam le había indicado,
y entre los dos ofrecieron un novillo y un carnero en cada altar.
Luego Balaam dijo a Balac: «Quédate junto a
tus ofrendas, mientras voy a ver si el Señor me hace una revelación. Yo te
comunicaré lo que él me manifieste». Y se fue a una colina desierta.
El Señor se reveló a Balaam, y este le
dijo: «Yo erigí los siete altares, y ofrecí un novillo y un carnero en cada
altar».
Entonces el Señor puso una palabra en la
boca de Balaam y le dijo: «Regresa adonde está Balac y háblale de esta manera».
Balaam regresó y lo encontró de pie junto a
su holocausto, acompañado de todos los jefes de Moab.
Entonces pronunció su poema, diciendo:
«Desde Aram me hizo venir Balac, el rey de Moab desde las montañas del este:
"¡Ven, maldíceme a Jacob, ven, pronuncia una execración contra
Israel!".
¿Cómo maldeciré a quien Dios no ha
maldecido? ¿Cómo execraré a quien Dios no ha execrado?
Cuando lo miro desde la cima de las
montañas y lo contemplo desde las colinas, veo un pueblo que vive aparte y no
se cuenta entre las naciones.
¿Quién puede contar el polvo de Jacob, o
numerar la polvareda de Israel? ¡Que yo muera la muerte de los justos, y que mi
fin sea como el suyo!».
Balac dijo a Balaam:
«¿Qué me has hecho? Yo te traje para que maldijeras a mis
enemigos, y tú los has bendecido».
«Yo sólo puedo repetir fielmente lo que el
Señor pone en mi boca», respondió Balaam.
Entonces Balac le dijo: «Ven conmigo a
otro lugar desde donde podrás verlos, si no a todos, por los menos a una parte
de ellos, y maldícemelos desde allí».
En seguida lo llevó al campo de Sufím, en
la cima del Pisgá. Allí construyó siete altares, y ofreció un novillo y un
carnero en cada altar.
Entonces Balaam dijo a Balac: «Quédate
aquí, junto a tu holocausto, mientras yo voy más allá en busca de una
revelación».
El segundo oráculo de Balaam
El Señor se reveló a Balaam y se puso una
palabra en su boca. Luego le dijo: «Regresa adonde está Balac y háblale de esta
manera».
Al llegar, lo encontró de pie junto a su
holocausto, acompañado de los jefes de Moab. Balac le preguntó: «¿Qué ha dicho
el Señor?».
Entonces Balaam pronunció su poema,
diciendo: «¡Levántate, Balac, y escucha, préstame atención, hijo de Sipor!
Dios no es un hombre, para mentir; ni es
un mortal, para desdecirse: ¿Acaso él dice y no hace, promete una cosa y no
cumple?
Yo recibí la misión de bendecir: él ha
bendecido y no lo puedo contradecir.
No se ve ningún mal en Jacob
ni se percibe ninguna desgracia en Israel. El Señor, su Dios, está con él, y
entre ellos se oye proclamar a un rey.
Dios, que lo hace salir de
Egipto, es para él como los cuernos de un búfalo.
No hay magia en Jacob ni
adivinación en Israel: a su debido tiempo se le dirá a Jacob y a Israel lo que
hace Dios.
Un pueblo se alza como una leona, se
yergue como un león: no se recuesta hasta devorar la presa y beber la sangre de
sus víctimas».
Balac dijo entonces a Balaam: «Si no lo
maldices, ¡por lo menos no lo bendigas!».
Pero Balaam respondió a Balac: «Ya te
advertí que haría todo lo que el Señor me dijera».
Luego Balac dijo a Balaam: «Ven, te
llevaré a otro lugar. Tal vez Dios vea con buenos ojos que me los
maldigas desde allí».
En seguida lo llevó a la cima del Peor,
que domina la región desértica,
y Balaam dijo a Balac: «Constrúyeme aquí
siete altares y prepárame siete novillos y siete carneros».
Balac hizo lo que Balaam le había
indicado, y ofreció un novillo y un carnero en cada altar.