¡Ay de los que proyectan
iniquidades y traman el mal durante la noche! Al despuntar el día, lo
realizan, porque tienen el poder en su mano.
Codician campos y los arrebatan, casas, y
se apoderan de ellas; oprimen al dueño y a su casa, al propietario y a su
herencia.
Por eso, así habla el Señor: Yo proyecto
contra esta gente una desgracia tal que ustedes no podrán apartar el cuello, ni
andar con la cabeza erguida, porque será un tiempo de desgracia.
Aquel día, se proferirá contra ustedes una
sátira y se entonará esta lamentación: «Hemos sido completamente devastados;
¡se transfiere a otros la parte de mi pueblo! ¿Cómo me la quita a mí y reparte
nuestros campos al que nos lleva cautivos?».
Por eso, no tendrás a nadie que arroje la
cuerda para medirte un lote, en la asamblea del Señor.
«¡No vaticinen! –vaticinan ellos–. No hagan
estos vaticinios: ¡El oprobio no se alejará!
¿Acaso ha sido maldecida la casa de Jacob?
¿Se ha agotado la paciencia del Señor? ¿Es esa su manera de obrar? ¿No habla
con benevolencia al que camina con rectitud?».
Desde hace tiempo, mi pueblo se erige en
enemigo; ustedes arrancan el manto de encima de la ropa a los que pasan
confiados, al volver de la guerra.
Echan de sus casas amadas a
las mujeres de mi pueblo, a sus niños los privan para siempre de mi honor.
¡Levántense y caminen, este
no es un lugar de reposo! A causa de la impureza, tú provocas la
destrucción, y la destrucción será cruel.
Si apareciera un hombre que corre tras el
viento y propala esta mentira: «¡Yo te vaticino vino y licor!», ese sí sería el
profeta de este pueblo.
Sí, yo voy a reunir a todo Jacob, voy a
congregar al resto de Israel; los juntaré como a ovejas en un corral, como a un
rebaño en medio de su pastizal: ¡será una ruidosa multitud de hombres!
El que abre camino sube a la vanguardia,
los demás se abren camino, franquean la puerta y salen por ella: ¡su rey pasa
al frente de ellos, el Señor marcha a la cabeza!