¡Y ahora, para ustedes es esta
advertencia, sacerdotes!
Si no escuchan y no se deciden a dar gloria
a mi Nombre, dice el Señor de los ejércitos, yo enviaré sobre ustedes la
maldición y maldeciré sus bendiciones; ya las he maldecido, porque ustedes no
se deciden a hacer eso.
Yo les quebraré el brazo, les
tiraré estiércol a la cara –el estiércol de sus fiestas– y ustedes serán
barridos con él.
Entonces sabrán que yo les
hice esta advertencia, para que subsista mi alianza con Leví, dice el Señor de
los ejércitos.
Mi alianza con él era vida y paz, y yo se
las concedía; era temor, y él me temía y reverenciaba mi Nombre.
La verdadera doctrina estaba
en su boca y en sus labios no había maldad; él caminaba conmigo en paz y con
rectitud, y apartaba a muchos del mal.
Porque los labios del
sacerdotes guardan la ciencia y de su boca se busca la instrucción, porque es
el mensajero del Señor de los ejércitos.
Pero ustedes se han desviado del camino,
han hecho tropezar a muchos con su doctrina, han pervertido la alianza con
Leví, dice el Señor de los ejércitos.
Por eso yo los he hecho despreciables y
viles para todo el pueblo, porque ustedes no siguen mis caminos y hacen
acepción de personas al aplicar la Ley.
¿No tenemos todos un solo Padre? ¿No nos
ha creado un solo Dios? ¿Por qué nos traicionamos unos a otros, profanando así
la alianza de nuestros padres?
Judá ha traicionado, y se ha cometido una
abominación en Israel y en Jerusalén. Porque Judá ha profanado lo que está
consagrado al Señor, lo que él ama, casándose con la hija de un dios
extranjero.
Al hombre que hace esto, que el Señor le
arranque de los campamentos de Jacob al testigo, al garante y aun al que
presenta la ofrenda al Señor de los ejércitos.
Ustedes hacen todavía otra cosa: cubren el
altar del Señor de lágrimas, llantos y gemidos, porque él no se vuelve más
hacia la ofrenda, ni la acepta de las manos de ustedes.
Y ustedes dicen: «¿Por
qué?». Porque el Señor ha sido testigo entre ti y la esposa de tu juventud, a
la que tú traicionaste, aunque ella era tu compañera y la mujer de tu alianza.
¿No ha hecho él un solo ser, que tiene
carne y espíritu? ¿Y qué busca este único ser? Una descendencia dada por Dios.
Tengan cuidado, entonces, de su espíritu y que nadie traicione a la mujer de su
juventud.
Porque si alguien repudia por aversión,
cubre su ropa de violencia, dice el Señor de los ejércitos, el Dios de Israel.
Tengan cuidado, entonces, de su espíritu y no traicionen.
Ustedes cansan al Señor con sus
palabras, y dicen: «¿En qué lo cansamos?». Cuando ustedes dicen:
«Todo el que obra mal es bien visto por el Señor, y él se complace en ello» o
también: «¿Dónde está el Dios de la justicia?».