Lev27 - kzu/VocabularioTeologiaBiblica GitHub Wiki
El Antiguo Testamento
LEVITICO
Capítulo 27
Los aranceles: las personas
El Señor dijo a Moisés:
Habla en estos términos a los israelitas:
Si alguien ofrece como voto al Señor la suma equivalente a una persona,
se aplicará la siguiente tasación: Si es un
varón de veinte a sesenta años, la suma será de cincuenta siclos de plata, en
siclos del Santuario;
y si es una mujer, la suma será de treinta
siclos.
Si la edad es de cinco a veinte años, la
suma será de veinte siclos por un varón y de diez por una mujer.
Si la edad es de un mes a cinco años, la
suma será de cinco siclos de plata por un varón y de tres por una mujer.
Si la edad es de sesenta años en adelante,
la suma será de quince siclos por un varón y de diez por una mujer.
Pero si el oferente es demasiado pobre para
pagar la suma establecida, se presentará al sacerdote, el cual fijará un
equivalente proporcionado a los recursos del que hace el voto.
Los animales
Si alguien entrega un animal de los que
pueden ser presentados al Señor como ofrenda, el animal ofrecido será una cosa
sagrada.
No está permitido cambiarlo o sustituirlo
por otro, ya sea bueno por malo o malo por bueno. Si alguien sustituye un
animal por otro, tanto el animal ofrecido como su sustituto serán una cosa
sagrada.
Si se trata de un animal impuro, que no
puede ser presentado como ofrenda al Señor, será presentado ante el sacerdote,
el cual lo tasará. Sea alta o baja, se
aceptará la tasación fijada por el sacerdote;
y si alguien quiere rescatar el animal,
tendrá que añadir un quinto más a la suma establecida.
Las casas
Si un hombre consagra su casa al Señor, el
sacerdote deberá tasarla. Sea alta o baja, se aceptará la tasación fijada por
el sacerdote.
Y si el que consagró su casa desea
rescatarla, deberá añadir un quinto a la suma en que ha sido tasada, y así
volverá a ser suya.
Los campos
Si un hombre consagra al Señor algún
terreno de su propiedad, este será tasado según la cantidad de semilla que se
pueda sembrar en él: cincuenta siclos de plata por cada cuatrocientos kilos de
semilla de cebada.
Si lo consagra en el año mismo del
jubileo, se mantendrá esta tasación.
Pero si consagra su campo después del
jubileo, el sacerdote deberá computar el precio en razón de los años que falten
para el jubileo, y así se hará el descuento correspondiente.
Si el que consagró su campo lo quiere
rescatar, tendrá que añadir un quinto a la suma en que ha sido tasado, y así
volverá a ser suyo.
Pero si no rescata su campo y este es
vendido a otro, ya no será rescatable:
cuando quede libre en el año jubilar, será
consagrado al Señor como si fuera un terreno interdicto, y pasará a ser
propiedad del sacerdote.
Si alguien consagra al Señor un campo que
compró, pero que no es terreno de su propiedad,
deberá computar el importe de su valor
hasta el año del jubileo, y la persona pagará ese mismo día la suma en que ha
sido tasado, como una ofrenda consagrada al Señor.
En el año jubilar el campo volverá al que
lo vendió, o sea, al verdadero propietario de la tierra.
Todas las tasaciones se harán en siclos
del Santuario; cada siclo equivale a veinte gueras.
El rescate de los primogénitos
Sin embargo, nadie podrá consagrar un
primogénito de su ganado, ya que, por ser primogénito, pertenece al Señor: sea
que se trate de un ternero o de un cordero, pertenecen al Señor.
Pero si se trata de animales impuros,
podrán ser rescatados por la suma en que hayan sido tasados, añadiendo una
quinta parte de su valor. Si no es rescatado, el animal será vendido por la
suma establecida.
Los bienes consagrados al exterminio
Ninguno de los bienes que pertenecen a una
persona –ya sea un hombre, un animal o un campo de su propiedad– podrá ser
vendido o rescatado si ha sido consagrado al Señor por el exterminio total:
todas esas cosas están exclusivamente consagradas al Señor.
Tampoco podrá ser liberada ninguna persona
que deba ser exterminada, sino que se le hará morir.
Los diezmos
La décima parte de lo que produce la
tierra –tanto los campos sembrados como los árboles frutales– pertenece al
Señor: es una cosa consagrada al Señor.
Si un hombre quiere rescatar alguna parte
de sus diezmos, deberá añadir un quinto de su valor.
La décima parte del ganado mayor o menor
–o sea, uno cada diez de todos los animales que pasan bajo el cayado del
pastor– será consagrada al Señor.
Nadie deberá seleccionar entre lo bueno y
lo malo, o sustituir uno por otro. Si hace el sustituto serán una cosa sagrada,
y no se los podrá rescatar.
Estos son los mandamientos
que el Señor dio a Moisés para los israelitas sobre la montaña del Sinaí.