Jue16 - kzu/VocabularioTeologiaBiblica GitHub Wiki
El Antiguo Testamento
JUECES
Capítulo 16
Hazaña de Sansón en Gaza
Sansón se dirigió a Gaza. Allí vio a una
prostituta y entró en su casa.
Cuando anunciaron a la gente de Gaza: «¡Ha
llegado Sansón!», lo cercaron y se pusieron al acecho junto a la Puerta de la
ciudad. Así estuvieron a la expectativa toda la noche, diciendo: «Lo mataremos
al despuntar el alba».
Pero Sansón estuvo acostado sólo hasta la
medianoche. Entonces se levantó, tomó las hojas de la Puerta de la ciudad y el
marco que la sostenía, los arrancó con barrotes y todo, los cargó sobre sus
espaldas, y los subió hasta la cima del monte que está frente a Hebrón.
Sansón y Dalila
Después de esto, Sansón se enamoró en el
valle de Sorec de una mujer llamada Dalila.
Los príncipes de los filisteos fueron a
verla y le dijeron: «Sedúcelo y averigua de dónde le viene esa fuerza tan
enorme, y qué podríamos hacer para atarlo y tenerlo sometido. Te daremos cada
uno mil cien siclos de plata.
Sansón traicionado por Dalila
Dalila dijo a Sansón: «Vamos, dime de dónde
sacas tanta fuerza y con qué habría que atarte para tenerte sometido».
Sansón le respondió: «Si me atan con siete
cuerdas de arco todavía frescas, que no se han dejado secar, yo me debilitaría
y sería un hombre como cualquiera».
Los príncipes de los filisteos le mandaron
siete cuerdas de arco frescas, que no se han dejado secar, y Dalila lo ató con
esas cuerdas.
Y como ella tenía a unos
hombres emboscados en la habitación, le gritó: «¡Sansón, los filisteos se te
vienen encima!». Pero él rompió las cuerdas de arco como se rompe un
cordón de estopa al primer contacto con el fuego. Y no se descubrió el secreto
de su fuerza.
Entonces Dalila dijo a Sansón: «Me has
engañado y no me has dicho más que mentiras. Ahora dime con qué habría que atarte».
El le respondió: «Si me atan fuertemente
con cuerdas nuevas sin usar, yo me debilitaría y sería como un hombre
cualquiera».
Dalila tomó unas cuerdas nuevas y lo ató
con ellas. Luego gritó: «¡Sansón, los filisteos se te vienen encima!». En la
habitación había gente emboscada, pero el rompió las cuerdas de sus brazos como
si fueran un hilo.
Dalila dijo a Sansón: «Hasta ahora me has
estado engañando; no me has dicho más que mentiras. Vamos, dime con qué habría
que atarte». Sansón le respondió: «Si entretejes las siete trenzas de mi
cabellera con la urdimbre de un tejido, y las fijas con una clavija de telar,
yo me debilitaría y sería como un hombre cualquiera».
Entonces ella lo hizo dormir, entretejió
las siete trenzas de su cabellera con la urdimbre de un tejido y las fijó con
una clavija. Luego le gritó: «¡Sansón, los filisteos se te vienen
encima!». El se despertó de su sueño, y arrancó la clavija y el tejido. Y
no se descubrió el secreto de su fuerza.
Entonces ella le dijo: «¿Cómo puedes decir
que me quieres, si tu corazón no está conmigo? Ya me has
engañado tres veces y no me has revelado de dónde sacas tanta fuerza».
Y como todos los días lo acosaba con sus
palabras y no dejaba de importunarlo, fastidiado ya hasta de la vida,
él le abrió todo su corazón y le dijo: «La
navaja no ha pasado nunca por mi cabeza, porque estoy consagrado a Dios desde
el seno de mi madre. Si me cortaran el cabello, mi fuerza se apartaría de mí,
me debilitaría y sería como los demás hombres.
Sansón en poder de los filisteos
Dalila comprendió que él le había abierto
todo su corazón, y mandó llamar a los príncipes de los filisteos, diciendo:
«Suban esta vez, porque me ha revelado todo su secreto». Los príncipes de los
filisteos fueron a verla, llevando el dinero convenido.
Luego ella durmió a Sansón sobre sus
rodillas, y llamó a un hombre, que le cortó las siete trenzas de su cabellera.
Así él comenzó a debilitarse y su fuerza se apartó de él.
Dalila gritó: «¡Sansón, los filisteos se
te vienen encima!». Al despertar de su sueño, Sansón pensó: «Saldré del paso como
las otras veces y me libraré». Pero no sabía que el Señor se había apartado de
él.
Los filisteos lo tomaron prisionero, le
vaciaron los ojos y lo hicieron bajar a Gaza. Allí lo ataron con una doble
cadena de bronce, y él hacía rodar el molino en la cárcel.
Pero su cabello comenzó a crecer apenas
cortado.
Los festejos de los filisteos
Los príncipes de los
filisteos se reunieron para ofrecer un gran sacrificio a Dagón, su dios, y para
hacer grandes festejos. Ellos decían: «Nuestro dios nos ha puesto en las
manos a Sansón, nuestro enemigo».
Y al verlo, la gente alababa a su dios,
diciendo: «Nuestro dios nos ha puesto en las manos a Sansón, nuestro enemigo, al
que devastaba nuestro país y multiplicaba nuestras víctimas».
Cuando todos estuvieron muy
alegres, dijeron: «Llamen a Sansón para que nos divierta». Entonces trajeron a
Sansón de la cárcel, y él estuvo haciendo piruetas delante de todos. Después lo
pusieron de pie entre las columnas.
Venganza y muerte de Sansón
Sansón dijo al niño que lo
llevaba de la mano: «Déjame palpar las columnas que sostienen la casa, para
apoyarme en ellas».
El edificio estaba repleto
de hombres y mujeres. Allí estaban todos los príncipes de los filisteos, y en
la azotea había unos tres mil hombres y mujeres que se divertían mirando a
Sansón.
Entonces Sansón invocó al Señor,
con estas palabras: «Señor, acuérdate de mí y devuélveme la fuerza por esta
sola vez, para que pueda vengarme de los filisteos, de un solo golpe, por la
pérdida de mis dos ojos».
Luego palpó las dos columnas
centrales que sostenían el edificio, y se apoyó contra ellas, poniendo sobre
una su brazo derecho y sobre la otra su brazo izquierdo.
Y exclamó: «¡Muera yo junto
con los filisteos!». Después empujó con toda su fuerza, y el edificio se
desplomó sobre los príncipes y sobre toda la gente allí reunida. ¡Los que él
mató al morir fueron más numerosos que los que había matado en toda su vida!
Sus hermanos y toda la
familia de su padre bajaron y se llevaron el cadáver. Luego subieron de nuevo y
lo sepultaron en la tumba de su padre Manóaj, entre Sorá y Estaol. El había
juzgado a Israel durante veinte años.