Job33 - kzu/VocabularioTeologiaBiblica GitHub Wiki
El Antiguo Testamento
JOB
Capítulo 33
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¡Vamos, Job, escucha mis palabras, oye atentamente lo que voy a decir!
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Ya ves que he abierto mi boca, mi lengua ha comenzado a hablar.
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Mi corazón desborda de palabras sabias, mis labios dirán la pura verdad.
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A mí me hizo el soplo de Dios, el aliento del Todopoderoso me dio la vida.
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Respóndeme, si eres capaz; prepárate, y toma posición ante mí.
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Para Dios, yo soy igual que tú, yo también fui modelado de la arcilla.
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Por eso, no te espantará el temor a mí ni el peso de mi mano te abrumará.
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Sí, tú has dicho a mis oídos –yo escuché el sonido de tus palabras–:
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«Soy puro, no cometí ninguna falta; estoy limpio y libre de culpa;
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sin embargo él encuentra pretextos contra mí y me considera su enemigo:
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Pone mis pies en el cepo y vigila todos mis pasos».
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Pero yo te respondo: En esto no tienen razón, porque Dios es más grande que el hombre.
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¿Por qué pretendes litigar con él como si no respondiera a ninguna de tus palabras?
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En realidad, Dios habla una vez, y luego otra, sin que se preste atención.
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En un sueño, en una visión nocturna, cuando un profundo sopor invade a los hombres y ellos están dormidos en su lecho,
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entonces, él se revela a los mortales y los atemoriza con apariciones,
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para apartar al hombre de sus malas obras y extirpar el orgullo del mortal;
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para preservar su alma de la Fosa] y su vida, del Canal subterráneo.
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También lo corrige en su lecho por el sufrimiento, cuando sus huesos tiemblan sin cesar:
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el hombre siente náusea de la comida y pierde el gusto por los manjares apetecibles;
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su carne desaparece de las miradas y se trasparentan sus huesos, que antes no se veían;
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su alma se acerca a la Fosa y su vida, a las aguas de la Muerte.
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Si hay un ángel junto a él, un intérprete, uno entre mil, para indicarle al hombre su deber;
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si él tiene compasión y dice: «Líbralo de bajar a la Fosa, yo he encontrado un rescate».
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entonces su carne recupera la frescura juvenil y él vuelve a los días de su adolescencia;
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invoca a Dios, que se le muestra propicio, contempla su rostro con gritos de alegría, anuncia a los demás su salvación,
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y entona, entre los hombres, este canto: «Yo había pecado y tergiversado el derecho, pero él no me trató como correspondía;
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¡libró mi alma de pasar por la Fosa y mi vida contempla la luz!».
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Todo esto es lo que hace Dios, dos y tres veces, en favor del hombre,
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para hacer volver su vida de la Fosa e iluminarlo con la luz de los vivientes.
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Atiende, Job, escúchame; cállate, y yo hablaré.
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Si tienes algo que decir, replícame, habla, porque yo quisiera darte la razón.
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De lo contrario, escúchame; cállate, y te enseñaré la sabiduría.