Serán echados de las
sinagogas, más aún, llegará la hora en que los mismos que les den muerte
pensarán que tributan culto a Dios.
Y los tratarán así porque no han conocido
ni al Padre ni a mí.
Les he advertido esto para que cuando
llegue esa hora, recuerden que ya lo había dicho. No les dije estas cosas desde
el principio, porque yo estaba con ustedes.
Ahora me voy al que me envió, y ninguno de
ustedes me pregunta: «¿A dónde vas?».
Pero al decirles esto, ustedes se han
entristecido.
Sin embargo, les digo la verdad: les
conviene que yo me vaya, porque si no me voy, el Paráclito no vendrá a ustedes.
Pero si me voy, se lo enviaré.
Y cuando él venga, probará al mundo dónde
está el pecado, dónde está la justicia y cuál es el juicio.
El pecado está en no haber creído en mí.
La justicia, en que yo me voy al Padre y
ustedes ya no me verán.
Y el juicio, en que el Príncipe de este
mundo ya ha sido condenado.
Todavía tengo muchas cosas que decirles,
pero ustedes no las pueden comprender ahora.
Cuando venga el Espíritu de la Verdad, él
los introducirá en toda la verdad, porque no hablará por sí mismo, sino que
dirá lo que ha oído y les anunciará lo que irá sucediendo.
El me glorificará, porque recibirá de lo
mío y se lo anunciará a ustedes.
Todo lo que es del Padre es mío. Por eso
les digo: «Recibirá de lo mío y se lo anunciará a ustedes».
Dentro de poco, ya no me verán, y poco
después, me volverán a ver».
Entonces algunos de sus discípulos
comentaban entre sí: «¿Qué significa esto que nos dice: «Dentro de poco ya no
me verán, y poco después, me volverán a ver?».
Decían: «¿Qué es este poco
de tiempo? No entendemos lo que quiere decir».
Jesús se dio cuenta de que
deseaban interrogarlo y les dijo: «Ustedes se preguntan entre sí qué significan
mis palabras: «Dentro de poco, ya no me verán, y poco después, me volverán a
ver».
Les aseguro que ustedes van a llorar y se
van a lamentar; el mundo, en cambio, se alegrará. Ustedes estarán tristes, pero
esa tristeza se convertirá en gozo.
La mujer, cuando va a dar a luz, siente
angustia porque le llegó la hora; pero cuando nace el niño, se olvida de su
dolor, por la alegría que siente al ver que ha venido un hombre al mundo.
También ustedes ahora están tristes, pero
yo los volveré a ver, y tendrán una alegría que nadie les podrá quitar.
Aquél día no me harán más preguntas. Les
aseguro que todo lo que pidan al Padre, él se lo concederá en mi Nombre.
Hasta ahora, no han pedido nada en mi
Nombre. Pidan y recibirán, y tendrán una alegría que será perfecta.
Les he dicho todo esto por medio de
parábolas. Llega la hora en que ya no les hablaré por medio de
parábolas, sino que les hablaré claramente del Padre.
Aquel día ustedes pedirán en mi Nombre; y
no será necesario que yo ruegue al Padre por ustedes,
ya que él mismo los ama, porque ustedes me
aman y han creído que yo vengo de Dios.
Salí del Padre y vine al mundo. Ahora dejo
el mundo y voy al Padre».
Sus discípulos le dijeron:
«Por fin hablas claro y sin parábolas.
Ahora conocemos que tú lo sabes todo y no
hace falta hacerte preguntas. Por eso creemos que tú has salido
de Dios».
Jesús les respondió: «¿Ahora
creen?
Se acerca la hora, y ya ha llegado, en que
ustedes se dispersarán cada uno por su lado, y me dejarán solo. Pero no, no
estoy solo, porque el Padre está conmigo.
Les digo esto para que
encuentren la paz en mí. En el mundo tendrán que sufrir; pero tengan valor:
yo he vencido al mundo».