Jer50 - kzu/VocabularioTeologiaBiblica GitHub Wiki
El Antiguo Testamento
JEREMIAS
Capítulo 50
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Palabra que el Señor dirigió a Babilonia, al país de los caldeos, por medio del profeta Jeremías:
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¡Anúncienlo entre las naciones, proclámenlo, no lo oculten! Digan: ¡Bel se ha cubierto de vergüenza! ¡Marduc ha sido destrozado! ¡Sus estatuas han sido humilladas, están destrozados sus ídolos!
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Porque del Norte sube una nación contra ella: dejará su tierra devastada y no habrá más habitantes; tanto los hombres como los animales han emigrado, se han ido.
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En aquellos días y en aquel tiempo –oráculo del Señor– vendrán los hijos de Israel, junto con los hijos de Judá; irán llorando mientras caminan y buscarán al Señor, su Dios.
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Preguntarán por el camino de Sión, con el rostro vuelto hacia ella: «¡Vengan, unámonos al Señor en una alianza eterna, inolvidable!».
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Ovejas perdidas, eso era mi pueblo: sus pastores las extraviaban, las hacían rondar por las montañas; iban de montaña en colina, olvidándose de su redil.
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El que las encontraba, las devoraba, sus adversarios decían: «No somos culpables, porque ellos pecaron contra el Señor, morada de justicia, esperanza de sus padres».
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¡Emigren de en medio de Babel, salgan del país de los caldeos! Sean como los machos cabríos a la cabeza del rebaño.
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Porque yo suscito y hago subir contra Babilonia una asamblea de grandes naciones del Norte, que se alinearán contra ella, y así será conquistada. Sus flechas son como las de un hábil guerrero que nunca vuelve con las manos vacías.
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Caldea será saqueada, y todos sus saqueadores se saciarán –oráculo del Señor–.
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¡Sí, alégrense, diviértanse, expoliadores como una ternera en el pasto, relinchen como padrillos!
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La madre de ustedes ha sido humillada, está confundida la que los dio a luz. ahora es la última de las naciones, un desierto, un páramo, una estepa.
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A causa de la irritación del Señor, no será más habitada, toda ella será una desolación. El que pase por Babilonia quedará pasmado y silbará de estupor al ver todas sus heridas.
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¡Formen fila alrededor de Babilonia, todos ustedes, los que tensan el arco; disparen contra ella, no ahorren las flechas, porque ha pecado contra el Señor!
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¡Lancen alaridos a su alrededor! Ella se rinde, caen sus bastiones, se derrumban sus murallas. ¡Esta es la venganza del Señor! ¡Vénguense de ella, háganle lo mismo que ella hizo
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Supriman de Babilonia al sembrador, y al que empuña la hoz en el tiempo de la cosecha. Ante la espada destructora, cada uno se vuelve hacia su pueblo, cada uno huye a su país.
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Israel era una oveja descarriada, ahuyentada por los leones. Primero la devoró el rey de Asiria, y ahora, últimamente, le quebró los huesos Nabucodonosor, rey de Babilonia.
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Por eso, así habla el Señor de los ejércitos, el Dios de Israel: Voy a pedir cuenta al rey de Babilonia y a su país, como le pedí cuenta al rey de Asiria.
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Haré volver a Israel a su pastizal, para que paste en el Carmelo y en Basán y se sacie en la montaña de Efraím y Galaad.
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En aquellos días y en aquel tiempo –oráculo del Señor– se buscará la iniquidad de Israel, y habrá desaparecido, los pecados de Judá, y no se encontrarán, porque yo perdonaré a los que deje con vida.
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¡Sube al país de Merataim, sube contra él y contra los habitantes de Pecod! ¡Masacra y consagra al exterminio lo que queda de él –oráculo del Señor– y obra como yo te ordené!
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¡Hay ruido de guerra en el país y un desastre total!
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¡Cómo fue abatido y se hizo pedazos el martillo de toda la tierra! ¡Cómo ha quedado desolada Babilonia entre las naciones!
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Te puse una trampa y quedaste atrapada, sin darte cuenta, Babilonia. Has sido sorprendida y tomada, porque habías provocado al Señor.
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El Señor abrió su arsenal y extrajo las armas de su furor, porque el Señor de los ejércitos tiene una tarea en el país de los caldeos.
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Vengan aquí todos, sin excepción, abran sus graneros, amontónenla como gavillas, conságrenla al exterminio: ¡que no quede nada!
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Masacren todos sus bueyes, que bajen al matadero. ¡Ay de ellos, porque les ha llegado el día, el tiempo de dar cuenta!
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¡Oigan! Fugitivos y prófugos de Babel vienen a anunciar en Sión la venganza del Señor, nuestro Dios, la venganza de su Templo.
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Convoquen a los arqueros contra Babel, a todos los que tensan el arco; acampen contra ella, a su alrededor, que no escape ni uno solo. ¡Retribúyanle conforme a sus obras, trátenla según lo que ella hizo, porque ha sido arrogante con el Señor, con el Santo de Israel!
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Por eso caerán sus jóvenes en las plazas y todos sus hombres de guerra perecerán en aquel día –oráculo del Señor–.
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Aquí estoy contra ti, Arrogante, –oráculo del Señor de los ejércitos– porque ha llegado tu día, el tiempo en que tendrás que dar cuenta.
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Entonces tropezará y caerá la Arrogante, sin que nadie la haga levantar. Prenderé fuego a sus ciudades y él devorará todos sus contornos.
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Así habla el Señor de los ejércitos: Los hijos de Israel están oprimidos junto con los hijos de Judá; sus carceleros los retienen y se niegan a soltarlos.
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Pero su redentor es fuerte, su nombre es Señor de los ejércitos: él si que defenderá su causa para dar tranquilidad a la tierra y hacer temblar a los habitantes de Babel.
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¡Una espada contra los caldeos –oráculo del Señor– y sobre los habitantes de Babel, sobre sus príncipes y sus sabios!
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¡Una espada sobre sus adivinos, y ellos desvarían! ¡Una espada sobre sus adivinos, y ellos desvarían! ¡Una espada sobre sus guerreros, y son presa del pánico!
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¡Una espada sobre sus caballos y sus carros, y sobre la mezcla de gente que hay en ella, y se vuelven como mujeres! ¡Una espada sobre sus tesoros, y son saqueados!
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¡Una espada sobre sus aguas, y ellas se secan! Porque es un país de ídolos y se glorían de esas figuras horrendas.
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Por eso las fieras del desierto habitarán allí con las hienas, y vivirán allí los avestruces; nunca más será habitada, y nadie morará allí de generación en generación.
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Como cuando Dios provocó la catástrofe de Sodoma y Gomorra y de sus ciudades vecinas –oráculo del Señor– allí no habitará más ningún hombres, no residirá ningún ser humano.
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¡Miren! Un pueblo viene del Norte, una gran nación y reyes numerosos surgen desde el confín de la tierra.
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Empuñan el arco y la jabalina, son crueles e implacables; su estruendo es como el rugido del mar, van montados a caballo, alineados como un solo hombre, contra ti, hija de Babilonia.
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Cuando el rey de Babilonia oyó la noticia desfallecieron sus manos, la angustia se apoderó de él, y un temblor como de parturienta.
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Como un león que sube de la espesura del Jordán a una pradera siempre verde, así yo los haré huir de allí en un instante, y allí estableceré a mi elegido. Porque ¿quién es como yo? ¿Quién me citará a juicio? ¿Quién es el pastor que se me opondrá?
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Por eso, oigan el plan del Señor sobre Babilonia, sus proyectos sobre el país de los caldeos. Sí, hasta las ovejas más pequeñas serán arrastradas, la pradera se asombrará a causa de ellas.
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Por el estruendo de la toma de Babilonia tiembla la tierra, y el eco resuena entre las naciones.