Jer33 - kzu/VocabularioTeologiaBiblica GitHub Wiki
El Antiguo Testamento
JEREMIAS
Capítulo 33
La palabra del Señor llegó a Jeremías por
segunda vez, mientras todavía estaba detenido en el patio de la guardia, en
estos términos:
Así habla el Señor que hizo la tierra y la
formó para que subsistiera –¡su nombre es el Señor!–:
Invócame y yo te responderé, y te anunciaré
cosas grandes e impenetrables, que tú no conocías.
Porque así habla el Señor, el Dios de
Israel, acerca de las casas de esta ciudad y de las casas de los reyes de Judá,
derribadas para levantar terraplenes y empalizadas,
a fin de combatir a los caldeos y llenar la
ciudad con los cadáveres de los hombres que yo herí en mi ira y en mi furor,
porque oculté mi rostro a esta ciudad a causa de todas sus maldades:
Yo voy a cicatrizar su llaga
y la voy a sanar; los sanaré y les descubriré tesoros de paz y seguridad.
Cambiaré la suerte de Judá y
la suerte de Israel, y los reconstruiré como al principio.
Los purificaré de toda la
iniquidad con que pecaron contra mí, les perdonaré todas las iniquidades con
que pecaron y se rebelaron contra mí.
Jerusalén será para mí un
nombre gozoso, un honor y una gloria, entre todas las naciones de la tierra,
que oirán todo el bien que yo les hago: ellas temerán y temblarán por todo el
bienestar y toda la paz que les concedo.
Así habla el Señor: En este
lugar del que ustedes dicen: «Está desierto, sin hombres ni animales», en las
ciudades de Judá y en las calles de Jerusalén, que están devastadas, sin hombres
ni habitantes ni animales, se oirá de nuevo
el grito de alegría y el
grito de júbilo, el canto del esposo y el canto de la esposa, y el canto de los
que dicen, mientras presentan el sacrificio de alabanza en la Casa del Señor:
«Den gracias al Señor de los ejércitos, porque es bueno el Señor, porque es
eterno su amor». Sí, yo cambiaré la suerte de este país, y será como al
principio, dice el Señor.
Así habla el Señor de los ejércitos: En
este lugar que está desierto, sin hombres ni animales, y en todas sus ciudades,
habrá de nuevo un redil donde los pastores harán descansar a sus rebaños.
En todas las ciudades de la
Montaña, en las ciudades de la Sefelá, en las ciudades del Négueb, en el país
de Benjamín, en los alrededores de Jerusalén y en las ciudades de Judá, las
ovejas pasarán de nuevo bajo las manos del que las recuenta, dice el Señor.
Llegarán los días –oráculo
del Señor– en que yo cumpliré la promesa que pronuncié acerca de la casa de
Israel y la casa de Judá:
En aquellos días y en aquel
tiempo, haré brotar para David un germen justo, y él practicará la justicia y
el derecho en el país.
En aquellos días, estará a
salvo Judá y Jerusalén habitará segura. Y la llamarán así: «El Señor es nuestra
justicia».
Porque así habla el Señor:
Nunca le faltará a David un sucesor que se siente en el trono de la casa de
Israel.
Y a lo sacerdotes levitas
nunca les faltará un descendiente que esté delante de mi para ofrecer el
holocausto, hacer quemar la oblación y presentar el sacrificio cada día.
La palabra del Señor llegó a Jeremías en
estos términos:
Así habla el Señor: Si ustedes pueden
romper mi alianza con el día y mi alianza con la noche, de manera que el día y
la noche no aparezcan más a su tiempo,
entonces también se romperá mi alianza con
mi servidor David, de manera que no tenga más un hijo que reine sobre su trono,
y mi alianza con los sacerdotes levitas, mis ministros.
Así como no se puede contar el ejército
del cielo, ni medir la arena del mar, así multiplicaré la descendencia de
David, mi servidor, y a los levitas, que son mis ministros.
La palabra del Señor llegó a Jeremías en
estos términos:
¿No ves lo que dice esta gente: «A las dos
familias que había elegido, el Señor las ha rechazado»? Así desprecian a mi
pueblo, y ya no lo consideran una nación.
Así habla el Señor: Si yo no establecí mi
alianza con el día y con la noche, si no fijé el ordenamiento del cielo y de la
tierra,
entonces también rechazaré
a la descendencia de Jacob y de David, mi servidor, no tomando de ella jefes
para el linaje de Abraham, de Isaac y de Jacob. Pero no, yo cambiaré su
suerte y me compadeceré de ellos.