Jer17 - kzu/VocabularioTeologiaBiblica GitHub Wiki
El Antiguo Testamento
JEREMIAS
Capítulo 17
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El pecado de Judá está escrito con un buril de hierro, está grabado con punta de diamante sobre la tabla de su corazón y sobre los cuernos de sus altares,
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como testimonio contra ellos. Sus altares y sus postes sagrados están junto a cada árbol frondoso, sobre las colinas elevadas,
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en las montañas y en campo abierto. Tu riqueza, todos tus tesoros los entregaré como botín, gratuitamente, por todos tus pecados, en todo tu territorio.
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Tendrás que desprenderte de tu herencia, la que yo te había dado. haré que sirvas a tus enemigos en un país que no conocías, porque el fuego de mi ira que ustedes encendieron arderá para siempre.
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Así habla el Señor: ¡Maldito el hombre que confía en el hombre y busca su apoyo en la carne, mientras su corazón se aparta del Señor!
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El es como un matorral en la estepa que no ve llegar la felicidad; habita en la aridez del desierto, en una tierra salobre e inhóspita.
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¡Bendito el hombre que confía en el Señor y en él tiene puesta su confianza!
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El es como un árbol plantado al borde de las aguas, que extiende sus raíces hacia la corriente; no teme cuando llega el calor y su follaje se mantiene frondoso; no se inquieta en un año de sequía y nunca deja de dar fruto.
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Nada más tortuoso que el corazón humano y no tiene arreglo: ¿quién puede penetrarlo?
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Yo, el Señor, sondeo el corazón y examino las entrañas, para dar a cada uno según su conducta, según el fruto de sus acciones.
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Perdiz que empolla huevos sin haberlos puesto es el que adquiere riqueza injustamente: en la mitad de sus días tiene que abandonarla y, al final, resulta un insensato.
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¡Trono de gloria, exaltado desde el comienzo, es el lugar de nuestro Santuario!
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Tú, Señor, eres la esperanza de Israel: todos los que te abandonan quedarán confundidos, los que se apartan de ti serán escritos en el polvo, porque han abandonado el manantial de agua viva.
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¡Sáname, Señor, y quedaré sano, sálvame y estaré a salvo, porque tú eres mi alabanza!
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Mira cómo me dicen: «¿Dónde está la palabra del Señor? ¡Que se cumpla!».
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Pero yo no te instigué a mandar una desgracia ni he deseado el día irreparable. Tú lo sabes: lo que salía de mi boca está patente delante de tu rostro.
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No seas para mí un motivo de terror, tú, mi refugio en el día de la desgracia.
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¡Que se avergüencen mis perseguidores, y no yo; que se aterroricen ellos, y no yo! Atrae sobre ellos un día de desgracia, quiébralo con un doble quebranto.
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Así me habló el Señor: Ve, párate en la puerta del Pueblo, por donde entran y salen los reyes de Judá, y en todas las puertas de Jerusalén,
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y diles: ¡Escuchen la palabra del Señor, reyes de Judá y Judá todo entero, y todos ustedes, habitantes de Jerusalén que entran por estas puertas!
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Así habla el Señor: Cuídense bien, por su propia vida, de llevar una carga en día sábado y de introducirla por la puertas de Jerusalén.
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No saquen ninguna carga de sus casas en día sábado, ni hagan ningún trabajo. Santifiquen el día sábado, como yo les ordené a sus padres.
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Pero ellos no escucharon ni inclinaron su oído, sino que se negaron obstinadamente a escuchar y aprender la lección.
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Si ustedes me escuchan verdaderamente –oráculo del Señor– y no introducen ninguna carga por las puertas de esta ciudad en día sábado; si santifican el día sábado no haciendo ningún trabajo,
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entonces, por las puertas de esta ciudad, entrarán reyes que se sientan en el trono de David; entrarán montados en carros y caballos, ellos y sus príncipes, los hombres de Judá y los habitantes de Jerusalén. Esta ciudad será habitada para siempre,
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y de las ciudades de Judá y de los alrededores de Jerusalén, de la Sefelá, de la Montaña y del Négueb, se traerán holocaustos y sacrificios, oblaciones e incienso, y se traerá el sacrificio de alabanza a la Casa del Señor.
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Pero si ustedes no escuchan mi orden de santificar el día sábado, y de no llevar cargas cuando entran por las puertas de Jerusalén en día sábado, entonces yo encenderé en sus puertas un fuego que devorará los palacios de Jerusalén, y no se extinguirá.