Yo me dejé consultar por los que no me
interrogaban; salí al encuentro de los que me buscaban, Yo dije: «¡Aquí estoy,
aquí estoy!» a una nación que no invocaba mi Nombre.
Tendí mis manos incesantemente hacia un
pueblo rebelde, que va por un mal camino, tras sus propios designios.
Es un pueblo que no cesa de provocarme en
mi propia cara, sacrificando en los jardines y quemando incienso sobre
ladrillos.
Ellos se sientan en los
sepulcros y pasan la noche en las grutas, comen carne de cerdo y hay en sus
platos un caldo inmundo.
Ellos dicen: «Apártate, no te
me acerques, porque te dejaría consagrado». ¡Esas cosas son una humareda en mis
narices, un fuego que arde todo el día!
Pero todo eso está escrito ante mí, y no me
quedaré callado, sino que les daré su merecido y se lo pondré en su propio
pecho,
por sus culpas y las culpas
de sus padres, por todas juntas, dice el Señor. Porque ellos quemaron incienso
en las montañas y me ultrajaron sobre las colinas, yo les mediré su retribución
y la pondré en su propio pecho.
Así habla el Señor: Cuando se encuentra
jugo en un racimo, se dice: «No lo destruyas, porque hay una bendición en él». Yo obraré así a causa de mis servidores, a fin de no destruirlo todo:
haré salir de Jacob una
descendencia y de Judá, a un poseedor de mis montañas; mis elegidos las poseerán
y mis servidores habitarán allí,
El Sarón será un redil de
ovejas y el valle de Acor un corral de vacas, para mi Pueblo que me habrá
buscado.
Pero ustedes, los que han abandonado al
Señor y se han olvidado de mi santa Montaña, los que preparan una mesa para la
Fortuna y llenan una copa para el Destino,
as ustedes, los destinaré a la espada y
doblarán la rodilla para el degüello. Porque yo llamé, y no respondieron,
hablé, y no escucharon; ustedes hicieron lo que me desagrada y eligieron lo que
yo no quiero.
Por eso, así habla el Señor: ¡Mis
servidores comerán y ustedes estarán hambrientos! ¡Mis servidores beberán y
ustedes estarán sedientos! ¡Mis servidores se alegrarán y ustedes quedarán
avergonzados!
¡Mis servidores cantarán con júbilo en el
corazón y ustedes gritarán con el corazón dolorido, gemirán con el espíritu
desgarrado!
Ustedes dejarán su nombre a mis elegidos
para una imprecación: «¡Así te haga morir el Señor!». A mis servidores, en
cambio, se los llamará con otro nombre.
Todo el que se bendiga en el país se
bendecirá por el Dios del Amén, porque las angustias pasadas habrán sido
olvidadas y estarán ocultas a mis ojos.
Sí, yo voy a crear un cielo nuevo y una
tierra nueva. No quedará el recuerdo del pasado ni se lo traerá a la memoria,
sino que se regocijarán y se alegrarán
para siempre por lo que yo voy a crear: porque voy a crear a Jerusalén para la
alegría y a su pueblo para el gozo.
Jerusalén será mi alegría, yo estaré
gozoso a causa de mi pueblo, y nunca más se escucharán en ella ni llantos ni
alaridos.
Ya no habrá allí niños que vivan pocos
días ni ancianos que no completen sus años, porque el más joven morirá a los
cien años y al que no llegue a esa edad se lo tendrá por maldito.
Edificarán casas y las habitarán,
plantarán viñas y comerán sus frutos:
no edificarán para que habite otro ni
plantarán para que coma un extraño, porque mi pueblo vivirá tanto como los
árboles y mis elegidos disfrutarán de la obra de sus manos.
Ellos no se fatigarán en vano ni tendrán
hijos para un fin desastroso, porque serán la estirpe de los bendecidos por el
Señor, ellos y sus vástagos junto con ellos.
Antes que llamen, yo les
responderé; estarán hablando, y ya los habré escuchado.
El lobo y el cordero pacerán juntos, el
león comerá paja como el buey y la serpiente se alimentará de polvo: No se hará
daño ni estragos en toda mi Montaña santa, dice el Señor.