No, el Señor no es corto de mano para
salvar ni duro de oído para escuchar:
han sido las culpas de ustedes las que han
puesto una barrera entre ustedes y su Dios; sus pecados le han hecho cubrirse
el rostro para dejar de escucharlos.
Las manos de ustedes están
manchadas de sangre y sus dedos, de iniquidad; sus labios dicen mentiras, sus
lenguas murmuran perfidias.
Nadie apela con justa razón
ni va a juicio de buena fe; se pone la confianza en palabras vacías y se habla
con falsedad; se está grávido de malicia y se da a luz la iniquidad.
Ellos incuban huevos de
víboras y tejen telas de araña; el que come de esos huevos, muere, y se los
rompe, alta una culebra.
Con sus telas no se hará un vestido y nadie
se cubrirá con lo que hacen. Sus obras son obras de maldad y en
sus manos no hay más que violencia;
sus pies corren hacia el mal,
se apresuran para derramar sangre inocente; sus planes son planes perversos, a
su paso hay devastación y ruina.
No conocen el camino de la paz, en sus
senderos, no existe el derecho. Abren para sí mismo sendas tortuosas: el que
las recorre, no conoce la paz.
Por eso, el derecho está lejos de nosotros
y la justicia, fuera de nuestro alcance. Esperábamos luz, y sólo hay tinieblas,
claridad, y caminamos a oscuras.
Andamos a tientas como los ciegos contra
la pared, andamos a tientas, como el que está sin ojos; en pleno mediodía
tropezamos como al anochecer, en pleno vigor estamos como los muertos.
Todos nosotros gruñimos como osos, gemimos
sin cesar como palomas. Esperábamos el juicio, ¡y nada!, la
salvación, y está lejos de nosotros.
Porque son muchas nuestras
rebeldías delante de ti y nuestros pecados atestiguan contra nosotros; sí,
nuestras rebeldías nos acompañan y conocemos bien nuestras iniquidades:
fuimos rebeldes y renegamos
del Señor, dimos la espalda a nuestro Dios, hablamos de oprimir y traicionar, y
urdimos palabras engañosas en el corazón.
Así retrocede el derecho y se mantiene
alejada la justicia, porque la verdad está por el suelo en la plaza y la
rectitud no tiene acceso.
La verdad está ausente y los
que se apartan del mal son despojados. El Señor ha visto con desagrado
que ya no existe el derecho.
El vio que no había nadie, se sorprendió
de que nadie interviniera. Entonces su brazo lo socorrió y su justicia lo
sostuvo.
El se puso la justicia por coraza y sobre
su cabeza, el casco de la salvación; se vistió con la ropa de la venganza y se
envolvió con el manto del celo.
Conforme a las obras, será la retribución:
furor para sus adversarios, represalia para sus enemigos.
Desde el Occidente, se temerá el nombre
del Señor, y desde el Oriente, se respetará su gloria, porque él vendrá como un
río encajonado, impulsado por el soplo del Señor.
El vendrá como redentor para Sión y para
los hijos de Jacob convertidos de su rebeldía –oráculo del Señor–.
Por mi parte, dice el Señor, esta es mi
alianza con ellos: mi espíritu que está sobre ti y mis palabras que yo he
puesto en tu boca, no se apartarán de tu boca, ni de la boca de tus
descendientes, desde ahora y para siempre, dice el Señor.