¡Grita a voz en cuello, no te contengas,
alza tu voz como una trompeta: denúnciale a mi pueblo su rebeldía y sus pecados
a la casa de Jacob!
Ellos me consultan día tras día y quieren
conocer mis caminos, como lo hará una nación que practica la justicia y no
abandona el derecho de su Dios; reclaman de mí sentencias justas, les gusta
estar cerca de Dios:
«¿Por qué ayunamos a tú no lo ves, nos
afligimos y tú no lo reconoces?». Porque ustedes, el mismo día en
que ayunan, se ocupan de negocios y maltratan a su servidumbre.
Ayunan para entregarse a pleitos y
querellas y para golpear perversamente con el puño. No ayunen
como en esos días, si quieren hacer oír su voz en las alturas,
¿Es este acaso el ayuno que
yo amo, el día en que el hombre se aflige a sí mismo? Doblar la cabeza
como un junco, tenderse sobre el cilicio y la ceniza: ¿a eso llamas ayuno y día
aceptable al Señor?
Este es el ayuno que yo amo –oráculo del
Señor–: soltar las cadenas injustas, desatar los lazos del yugo, dejar en
libertad a los oprimidos y romper todos los yugos;
compartir tu pan con el hambriento y
albergar a los pobres sin techo; cubrir al que veas desnudo y no despreocuparte
de tu propia carne.
Entonces despuntará tu luz como la aurora y
tu llaga no tardará en cicatrizar; delante de ti avanzará tu justicia y detrás
de ti irá la gloria del Señor.
Entonces llamarás, y el Señor responderá;
pedirás auxilio, y él dirá: «¡Aquí estoy!». Si eliminas de ti todos los yugos,
el gesto amenazador y la palabra maligna;
si ofreces tu pan al hambriento y sacias
al que vive en la penuria, tu luz se alzará en las tinieblas y tu oscuridad
será como al mediodía,
El Señor te guiará incesantemente, te
saciará en los ardores del desierto y llenará tus huesos de vigor; tú serás
como un jardín bien regado, como una vertiente de agua, cuyas aguas nunca se
agotan.
Reconstruirás las ruinas
antiguas, restaurarás los cimientos seculares, y te llamarán «Reparador de
brechas», «Restaurador de moradas en ruinas».
Si dejas de pisotear el
sábado, de hacer tus negocios en mi día santo; si llamas al sábado «Delicioso»
y al día santo del Señor «Honorable»; si lo honras absteniéndote de traficar,
de entregarte a tus negocios y de hablar ociosamente,
entonces te deleitarás en el
Señor; yo te haré cabalgar sobre las alturas del país y te alimentaré con la
herencia de tu padre Jacob, porque ha hablado la boca del Señor.