Gen37 - kzu/VocabularioTeologiaBiblica GitHub Wiki
- Mientras tanto, Jacob estaba instalado en el territorio donde su padre había residido como extranjero, en la tierra de Canaán.
- Esta es la historia de Jacob.
José tenía diecisiete años, y apacentaba el rebaño, ayudando a sus hermanos, los hijos de Bilhá y Zilpá, las mujeres de su padre. En cierta ocasión, refirió a Jacob lo mal que se hablaba con ellos. 3. Israel amaba a José más que a ningún otro de sus hijos, porque era el hijo de la vejez, y le mandó hacer una túnica de mangas largas. 4. Pero sus hermanos, al ver que lo amaba más que a ellos, le tomaron tal odio que ni siquiera podían dirigirle el saludo. 5. Una vez, José tuvo un sueño y lo contó a sus hermanos. 6. «Oigan el sueño que tuve», les dijo. 7. «Nosotros estábamos en el campo atando gavillas. De pronto, mi gavilla se alzó y se mantuvo erguida, mientras que la de ustedes formaban un círculo alrededor de la mía y se inclinaban ante ella». 8. Sus hermanos le preguntaron: «¿Acaso pretendes reinar sobre nosotros y tenernos bajo tu dominio?». Y lo odiaron más todavía por lo que contaba acerca de sus sueños. 9. Después tuvo otro sueño, y también lo contó a sus hermanos. «Tuve otro sueño, les dijo. El sol, la luna y once estrellas se postraban delante de mi». 10. Pero cuando se lo contó a su padre, este lo reprendió diciéndole: «¿Qué significa ese sueño que has tenido? ¿Acaso yo, tu madre y tus hermanos vendremos a postrarnos en tierra delante de ti?». 11. Y sus hermanos le tenían envidia, pero su padre reflexionaba sobre todas estas cosas.
- Un día, sus hermanos habían ido hasta Siquem para apacentar el rebaño de su padre.
- Entonces Israel dijo a José: «Tus hermanos están con el rebaño de Siquem. Quiero que vayas a verlos». «Está bien», respondió él.
- Su padre añadió: «Ve a ver cómo les va a tus hermanos y al rebaño, y tráeme noticias». Y lo envió desde el valle de Hebrón. Cuando José llegó a Siquem,
- un hombre lo encontró dando vueltas por el campo y le preguntó: «¿Qué estás buscando?».
- El le respondió: «Busco a mis hermanos. ¿Puedes decirme dónde están apacentando el rebaño?».
- «Se han ido de aquí, repuso el hombre, porque les oí decir: «Vamos a Dotán». José fue entonces en busca de sus hermanos, y los encontró en Dotán.
- Ellos lo divisaron desde lejos, y antes que se acercara, ya se habían confabulado para darle muerte.
- «Ahí viene ese soñador», se dijeron unos a otros.
- «¿Por qué no lo matamos y lo arrojamos en una de esas cisternas? Después diremos que lo devoró una fiera. ¡Veremos entonces en qué terminan sus sueños!».
- Pero Rubén, al oír esto, trató de salvarlo diciendo: «No atentemos contra su vida».
- Y agregó: «No derramen sangre. Arrójenlo en esa cisterna que está allá afuera, en el desierto, pero no pongan sus manos sobre él». En realidad, su intención era librarlo de sus manos y devolverlo a su padre sano y salvo.
- Apenas José llegó al lugar donde estaban sus hermanos, estos lo despojaron de su túnica –la túnica de mangas largas que llevaba puesta–,
- lo tomaron y lo arrojaron a la cisterna, que estaba completamente vacía.
- Luego se sentaron a comer.
De pronto, alzaron la vista y divisaron una caravana de ismaelitas que venían de Galaad, transportando en sus camellos una carga de goma tragacanto, bálsamo y mirra, que llevaban a Egipto. 26. Entonces Judá dijo a sus hermanos: «¿Qué ganamos asesinando a nuestro hermano y ocultando su sangre? 27. En lugar de atentar contra su vida, vendámoslo a los ismaelitas, porque él es nuestro hermano, nuestra propia carne». Y sus hermanos estuvieron de acuerdo. 28. Pero mientras tanto, unos negociantes madianitas pasaron por allí y retiraron a José de la cisterna. Luego lo vendieron a los ismaelitas por veinte monedas de planta, y José fue llevado a Egipto. 29. Cuando Rubén volvió a la cisterna y se dio cuenta de que José había desaparecido, desgarró su ropa, 30. y regresando a donde estaban sus hermanos, dijo: «El muchacho ha desaparecido. ¿Dónde iré yo ahora?». 31. Entonces tomaron la túnica de José, degollaron un cabrito, y empaparon la túnica con sangre. 32. Después enviaron a su padre la túnica de mangas largas, junto con este mensaje: «Hemos encontrado esto. Fíjate bien si es la túnica de tu hijo, o no». 33. Este, al reconocerla, exclamó: «¡Es la túnica de mi hijo! Un animal salvaje lo ha devorado. ¡José ha sido presa de las fieras!». 34. Jacob desgarró sus vestiduras, se vistió de luto y estuvo mucho tiempo de duelo por su hijo. 35. Sus hijos y sus hijas venían a consolarlo, pero él rehusaba todo consuelo, diciendo: «No. Voy a bajar enlutado a donde está mi hijo, a la morada de los muertos». Y continuaba lamentándose. 36. Pero entretanto, en Egipto, los madianitas lo habían vendido a Putifar, un funcionario del Faraón, capitán de guardias.