Hermanos, si alguien es
sorprendido en alguna falta, ustedes, los que están animados por el Espíritu,
corríjanlo con dulzura. Piensa que también tú puedes ser tentado.
Ayúdense mutuamente a llevar
las cargas, y así cumplirán la Ley de Cristo.
Si alguien se imagina ser
algo, se engaña, porque en realidad no es nada.
Que cada uno examine su
propia conducta, y así podrá encontrar en sí mismo y no en los demás, un motivo
de satisfacción.
Porque cada uno tiene que llevar su propia
carga.
El que recibe la enseñanza de
la Palabra, que haga participar de todos sus bienes al que lo instruye.
No se engañen: nadie se burla
de Dios. Se recoge lo que se siembra:
el que siembra para
satisfacer su carne, de la carne recogerá sólo la corrupción; y el que siembra
según el Espíritu, del Espíritu recogerá la Vida eterna.
No nos cansemos de hacer el bien, porque la
cosecha llegará a su tiempo si no desfallecemos.
Por lo tanto, mientras estamos a tiempo
hagamos el bien a todos, pero especialmente a nuestros hermanos en la fe.
¿Ven estas letras
grandes? ¡Les estoy escribiendo con mi propia mano!
Los que quieren imponerles la circuncisión
sólo buscan quedar bien exteriormente, y evitar ser perseguidos a causa de la
cruz de Cristo.
Porque tampoco aquellos que se hacen
circuncidar observan la Ley; sólo pretenden que ustedes se circunciden para
gloriarse de eso.
Yo sólo me gloriaré en la cruz de nuestro
Señor Jesucristo, por quien el mundo está crucificado para mí, como yo lo estoy
para el mundo.
Estar circuncidado o no estarlo, no tiene
ninguna importancia: lo que importa es ser una nueva criatura.
Que todos los que practican esta norma
tengan paz y misericordia, lo mismo que el Israel de Dios.
Que nadie me moleste en
adelante: yo llevo en mi cuerpo las cicatrices de Jesús.
Hermanos, que la gracia de nuestro Señor
Jesucristo permanezca con ustedes. Amén.