Hijo de hombre, vuelve tu rostro hacia las
montañas de Israel y profetiza contra ellas.
Dirás: Montañas de Israel, escuchen la
palabra del Señor. Así habla el Señor a las montañas y a las colinas. Yo haré
caer la espada sobre ustedes y haré desaparecer sus lugares altos.
Sus altares serán devastados, sus braseros
para el incienso serán destrozados y haré caer los cadáveres de ustedes delante
de sus ídolos.
Pondré los cadáveres de los israelitas
delante de sus ídolos y dispersaré sus huesos alrededor de sus altares.
En todos los lugares donde
ustedes habiten, las ciudades quedarán en ruinas y los lugares altos serán
devastados. Así quedarán en ruinas y execrados sus altares, destrozados y
arrasados sus ídolos, derribados sus braseros para el incienso y aniquiladas
sus obras.
Los cadáveres caerán en
medio de ustedes, y así sabrán que yo soy el Señor.
Pero yo dejaré mi resto. Y cuando los que
se hayan librado de la espada estén en medio de las naciones, cuando ustedes
sean dispersados entre los pueblos,
los sobrevivientes se acordarán de mí, en
medio de las naciones donde hayan sido deportados. Yo desgarraré su corazón
prostituido que se apartó de mi y sus ojos que se prostituyeron detrás de sus
ídolos; sentirán horror de sí mismos por las maldades que cometieron con todas
sus abominaciones.
Y sabrán que yo, el Señor, no en vano los
amenacé con estos males.
Así habla el Señor: Aplaude, patalea y di:
«bien hecho!», por todas las execrables abominaciones del pueblo de Israel, que
va a perecer por la espada, el hambre y la peste.
El que está lejos morirá por la peste; el
que está cerca caerá bajo la espada; y el que quede sitiado morirá de hambre.
Así desahogaré mi furor contra ellos.
Y ustedes sabrán que yo soy el Señor,
cuando sus cadáveres estén en medio de sus ídolos, alrededor de sus altares, en
toda colina elevada y en todas las cumbres de las montañas, bajo todo árbol
frondoso y bajo todo terebinto tupido, allí mismo donde ofrecían perfume
agradable a todos sus ídolos.
Extenderé mi mano contra ellos, haré del
país una devastación y una desolación, desde el desierto hasta Riblá, en todos
los lugares donde habitan, y ellos sabrán que yo soy el Señor.