Hijo de hombre, tú habitas en medio de un
pueblo rebelde: ellos tienen ojos para ver, pro no ven, tienen oídos para oír,
pero no oyen, porque son un pueblo rebelde.
En cuanto a ti, hijo de hombre, prepara tu
equipaje como si tu vieras que ir al exilio, y parte en pleno día, a la vista
de ellos. Emigrarás del lugar donde te encuentras hacia otro lugar, a la vista
de ellos: tal vez así comprendan que son un pueblo rebelde.
Sacarás tu equipaje en pleno día, a la
vista de ellos, y saldrás por la tarde, también a al vista de ellos, como salen
los deportados.
Abrirás un boquete en el muro y saldrás por
él, a la vista de ellos.
Cargarás el equipaje sobre tus espaldas y
saldrás cuando sea de noche, cubriéndote el rostro para no ver el país, porque
yo te he convertido en un presagio para el pueblo de Israel.
Yo hice exactamente lo que se me había
ordenado: saqué mi equipaje en pleno día como quien parte para el exilio, y por
la tarde abrí un boquete en el muro con la mano. Salí cuando estaba oscuro y
cargué el equipaje sobre mis espaldas, a la vista de ellos.
A la mañana, la palabra del Señor me llegó
en estos términos:
Hijo de hombre, ¿no te ha preguntado la
casa de Israel, ese pueblo rebelde, qué es lo que estás haciendo?
Diles: Así habla el Señor: Este oráculo se
refiere al príncipe que está en Jerusalén y a todo el pueblo de Israel que vive
en medio de ella.
Diles también: Yo soy un presagio para
ustedes. Lo mismo que yo hice se hará con ellos: serán deportados e irán al
exilio.
El príncipe que está en medio de ellos
cargará el equipaje sobre sus espaldas durante la noche, y saldrá por el
boquete que abrirán en el muro para hacerlo salir; y él se cubrirá el rostro,
para no ver el país.
Yo tenderé mi red sobre él y él quedará
preso en mi trampa. Lo llevará a Babilonia, la tierra de los caldeos, pero no
la verá y morirá allí.
Y a todos los que lo rodean, a su guardia
y a todas sus tropas, los dispersaré a todos los vientos y desenvainaré la
espada detrás de ellos.
Y cuando los disperse
entre las naciones y los disemine por los países, sabrán que yo soy el Señor.
Pero dejaré que un pequeño número de ellos
escapen de la espada, del hambre y de la peste, para que cuenten todas sus
abominaciones entre las naciones adonde vayan: así se sabrá que yo soy el
Señor.
El Señor me dirigió su palabra en estos
términos:
Hijo de hombre, comerás tu pan con
estremecimiento y beberás tu agua con inquietud y ansiedad.
Y dirás a la población del país: Así habla
el Señor a los habitantes de Jerusalén que viven en la tierra de Israel:
Ustedes comerán su pan con ansiedad y beberán su agua con terror, para que el
país quede horrorizado porque está lleno de violencia de todos sus habitantes.
Las ciudades habitadas quedarán en ruinas
y el país se convertirá en un desierto: así ustedes sabrán que yo soy el Señor.
La palabra del Señor me llegó en estos
términos:
Hijo de hombre, ¿qué significa ese refrán
que se escucha en la tierra de Israel: «Pasan los días y no se cumple ninguna
visión»?
Tú diles, en cambio: Así habla el Señor:
Yo acabaré con este refrán y no se lo repetirá más en Israel. Diles más bien:
Se acercan los días en que toda visión se cumplirá;
ya no habrá más visiones ilusorias ni
predicciones engañosas en medio de la casa de Israel,
porque yo, el Señor, diré lo que tenga que
decir, y la palabra que pronuncie se cumplirá sin demora. Sí, en vida de
ustedes, pueblo rebelde, pronunciaré una palabra y la cumpliré –oráculo del
Señor–.
La palabra del Señor me llegó en estos
términos:
Hijo de hombre, el pueblo de Israel dice:
«Las visiones que este tiene van para largo; él profetiza para un futuro
lejano».
Por eso, diles: Así habla el Señor: En
adelante, todas mis palabras se cumplirán sin demora; lo que yo diga se
realizará –oráculo del Señor–.