El primer día del tercer mes, después de
su salida de Egipto, los israelitas llegaron al desierto del Sinaí.
Habían partido de Refidim, y cuando
llegaron al desierto de el Sinaí, establecieron allí su campamento. Israel
acampó frente a la montaña.
Ofrecimiento de la Alianza
Moisés subió a encontrarse con Dios. El
Señor lo llamó desde la montaña y le dijo: «Habla en estos términos a la casa
de Jacob y anuncia este mensaje a los israelitas:
«Ustedes han visto cómo traté a Egipto, y
cómo los conduje sobre alas de águila y los traje hasta mí.
Ahora, si escuchan mi voz y observan mi
alianza, serán mi propiedad exclusiva entre todos los pueblos, porque toda la
tierra me pertenece.
Ustedes serán para mí un reino de
sacerdotes y una nación que me está consagrada». Estas son las palabras que
transmitirás a los israelitas».
Moisés fue a convocar a los ancianos de
Israel y les expuso todas estas palabras, como el Señor se lo había ordenado.
El pueblo respondió unánimemente: «Estamos
decididos a poner en práctica todo lo que ha dicho el Señor». Y Moisés comunicó
al Señor la respuesta del pueblo.
Los preparativos de la teofanía
El Señor dijo a Moisés: «Yo vendré a
encontrarme contigo en medio de una densa nube, para que el pueblo pueda
escuchar cuando yo te hable. Así tendrá en ti una confianza a toda prueba». Y
Moisés comunicó al Señor las palabras del pueblo.
Luego añadió: «Ve adónde está el pueblo y
ordénales que se purifiquen hoy y mañana. Que laven su ropa
y estén preparados para pasado mañana.
Porque al tercer día el Señor descenderá sobre la montaña del Sinaí, a la vista
de todo el pueblo.
Fija también un límite alrededor del
pueblo, haciendo esta advertencia: «Cuídense de subir a la montaña y hasta de
tocar sus bordes, porque todo el que toque la montaña será castigado con la
muerte.
Pero nadie pondrá su mano sobre el
culpable, sino que deberá ser apedreado o muerto a flechazos; sea hombre o
animal, no quedará vivo. Y cuando suene la trompeta, ellos subirán a la
montaña».
Moisés bajó de la montaña y ordenó al
pueblo que se sometiera a las purificaciones rituales. Todos lavaron su ropa,
y luego les dijo: «Estén
preparados para pasado mañana. Mientras tanto, absténganse de tener relaciones
sexuales».
La teofanía
Al amanecer del tercer día,
hubo truenos y relámpagos, una densa nube cubrió la montaña y se oyó un fuerte
sonido de trompeta. Todo el pueblo que estaba en el campamento se
estremeció de temor.
Moisés hizo salir al pueblo del campamento
para ir al encuentro de Dios, y todos se detuvieron al pie de la montaña.
La montaña del Sinaí estaba cubierta de
humo, porque el Señor había bajado a ella en el fuego. El humo se elevaba como
el de un horno, y toda la montaña temblaba violentamente.
El sonido de la trompeta se hacía cada vez
más fuerte. Moisés hablaba, y el Señor le respondía con el fragor del trueno.
El Señor bajó a la montaña del Sinaí, a la
cumbre de la montaña, y ordenó a Moisés que subiera a la cumbre. Moisés subió,
y el Señor le dijo: «Baja y ordena al
pueblo que no traspase los límites para ver al Señor, porque muchos de ellos
perderían la vida.
Incluso los sacerdotes que se acerquen al
Señor deberán purificarse, para que el Señor no les quite la vida».
Moisés le respondió: «El pueblo no se
atreverá a subir a la montaña del Sinaí, porque tú se lo prohibiste cuando
mandaste poner un límite alrededor de la montaña declarada sagrada».
El Señor le dijo: «Baja
enseguida y vuelve después en compañía de Aarón. Pero que los sacerdotes y el
pueblo no traspasen los límites para subir adonde está el Señor, no sea que él
les quite la vida».
Moisés bajó adonde estaba
el pueblo y les dijo todas esas cosas.