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El Antiguo Testamento
ECLESIASTICO
Capítulo 7
No hagas el mal, y el mal no se apoderará
de ti;
apártate de la injusticia, y
ella se apartará de ti.
No siembres, hijo mío, en los surcos de la
injusticia, no sea que coseches siete veces más.
No pidas al Señor un puesto importante ni
al rey un sitial de honor.
No quieras pasar por justo delante del
Señor ni te hagas el sabio delante del rey.
No aspires al cargo de juez,
no sea que no puedas extirpar las injusticias o te dejes intimidar por un
poderoso, y así pongas en peligro tu rectitud.
No ofendas a la asamblea de
la ciudad ni te degrades delante de la multitud.
No incurras dos veces en
pecado, porque ni uno solo quedará impune.
No digas: «El Señor apreciará
la multitud de mis dones; cuando los presente al Dios Altísimo, él los
aceptará».
No dejes de orar
confiadamente ni te olvides de dar limosna.
No te burles del hombre que
está amargado, porque hay Alguien que humilla y también exalta.
No urdas mentiras contra tu hermano ni lo
hagas tampoco contra un amigo.
No digas nunca una mentira, porque esa
costumbre no conduce a nada bueno.
No hables demasiado en la
asamblea de los ancianos ni repitas las palabras en tu oración.
No detestes los trabajos penosos ni el
trabajo del campo, creado por el Altísimo.
No te agregues a la multitud de los
pecadores: recuerda que la ira del Señor no tardará.
Sé profundamente humilde, porque fuego y
gusanos son el castigo del impío.
No cambies a un amigo por dinero ni a un
verdadero hermano por el oro de Ofir.
No te apartes de una mujer sabia y buena,
porque su encanto vale más que el oro.
No maltrates al servidor que trabaja
fielmente ni al jornalero que se da por entero.
Ama de corazón a un servidor inteligente y
no lo prives de su libertad.
Si tienes ganado, cuídalo bien, y si te da
ganancia, consérvalo.
Si tienes hijos, edúcalos y
exígeles obediencia desde su niñez.
Si tienes hijas, cuídalas
para que sean castas y no te muestres demasiado blando con ellas.
Casa a tu hija, y habrás hecho
una gran obra, pero dásela a un hombre inteligente.
Si quieres a tu mujer, no la repudies,
pero si no la amas, no te fíes de ella.
Glorifica a tu padre de todo
corazón y no olvides los dolores de tu madre;
acuérdate que les debes la
vida: ¿cómo les retribuirás lo que hicieron por ti?
Reverencia al Señor con toda tu alma y
venera a sus sacerdotes.
Ama a tu Creador con
todas tus fuerzas y no abandones a sus ministros.
Teme al Señor y glorifica al sacerdote,
dale su parte, como se te ha mandado: las primicias, el sacrificio de
reparación y el lomo de las víctimas, las ofrendas consagradas y la primicia de
las cosas santas.
Tiende la mano también al pobre, y serás
plenamente bendecido;
sé generoso con todos los vivientes y no
niegues tu piedad a los muertos;
no des la espalda a los que
lloran y comparte la aflicción de los que sufren;
no dejes de visitar al
enfermo: con tales obras te harás amar.
En todas tus acciones,
acuérdate de tu fin y no pecarás jamás.