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El Antiguo Testamento
ECLESIASTICO
Capítulo 48
Después surgió como un fuego el profeta
Elías, su palabra quemaba como una antorcha.
El atrajo el hambre sobre ellos y con su
celo los diezmó.
Por la palabra del Señor, cerró el cielo, y
también hizo caer tres veces fuego de lo alto.
¡Qué glorioso te hiciste,
Elías, con tus prodigios! ¿Quién puede jactarse de ser igual a ti?
Tú despertaste a un hombre de
la muerte y de la morada de los muertos, por la palabra de Altísimo.
Tú precipitaste a reyes en la
ruina y arrojaste de su lecho a hombres insignes:
tú escuchaste un reproche en
el Sinaí y en el Horeb una sentencia de condenación;
tú ungiste reyes para ejercer
la venganza y profetas para ser tus sucesores
tú fuiste arrebatado en un
torbellino de fuego por un carro con caballos de fuego.
De ti está escrito que en
los castigos futuros aplacarás la ira antes que estalle, para hacer volver el
corazón de los padres hacia los hijos y restablecer las tribus de Jacob.
¡Felices los que te verán y
los que se durmieron en el amor, porque también nosotros poseeremos la vida!
Cuando Elías fue llevado en un torbellino,
Eliseo quedó lleno de su espíritu. Durante su vida ningún jefe lo hizo temblar,
y nadie pudo someterlo.
Nada era demasiado difícil para él y hasta
en la tumba profetizó su cuerpo.
En su vida, hizo prodigios y
en su muerte, realizó obras admirables.
A pesar de todo esto, el
pueblo no se convirtió ni se apartó de sus pecados. hasta que fue deportado
lejos de su país, y dispersado por toda la tierra.
No quedó nada más que un
pueblo muy pequeño, con un jefe de la casa de David. Algunos de ellos hicieron
lo que agrada a Dios, pero otros multiplicaron sus pecados.
Ezequías fortificó su ciudad
e hizo llegar el agua dentro de sus muros, con el hierro horadó la roca y
construyó cisternas para las aguas.
En su tiempo, atacó
Senaquerib y envió delante de él a Rabsaqués, que levantó la mano contra Sión y
se jactó con arrogancia.
Temblaron entonces los
corazones y las manos y sufrieron como mujeres en el parto,
pero invocaron al Señor misericordioso,
tendiendo sus manos hacia él. El Santo los escuchó en seguida desde el cielo y
los libró por medio de Isaías,
hirió el campamento de los
asirios y su Angel los exterminó.
Porque Ezequías hizo lo que
agrada al Señor y se mantuvo firme en el camino de David, su padre, como se lo
ordenó el profeta Isaías, el grande y digno de fe en sus visiones.
En su tiempo, el sol retrocedió, para
prolongar la vida del rey.
Con gran espíritu, vio el
fin de los tiempos, consoló a los afligidos de Sión,
y anunció el porvenir hasta
la eternidad y las cosas ocultas antes que sucedieran.