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El Antiguo Testamento
ECLESIASTICO
Capítulo 35
- Observar la Ley es como presentar muchas
ofrendas y ser fiel a los mandamientos es ofrecer un sacrificio de comunión;
- devolver un favor es hacer una oblación de
harina y hacer limosna es ofrecer un sacrifico de alabanza.
- La manera de agradar al Señor es apartarse
del mal, y apartarse de la injusticia es un sacrificio de expiación.
- No te presentes ante el Señor con las manos
vacías, porque todo esto lo prescriben los mandamientos.
- Cuando la ofrenda del justo engrasa el
altar, su fragancia llega a la presencia del Altísimo.
- El sacrificio del justo es aceptado y su
memorial no caerá en el olvido.
- Glorifica al Señor con generosidad y no
mezquines las primicias de tus manos.
- Da siempre con el rostro radiante y
consagra el diezmo con alegría.
- Da al Altísimo según lo que él te dio, y
con generosidad, conforme a tus recursos,
- porque el Señor sabe retribuir y te dará
siete veces más.
- No pretendas sobornarlo con un don, porque
no lo aceptaría, y no te apoyes en un sacrificio injusto.
- Porque el Señor es juez y no
hace distinción de personas:
- no se muestra parcial contra el pobre y
escucha la súplica del oprimido;
- no desoye la plegaria del huérfano, ni a
la viuda, cuando expone su queja.
- ¿No corren las lágrimas por las mejillas
de la viuda y su clamor no acusa al que las hace derramar?
- El que rinde el culto que agrada al Señor,
es aceptado, y su plegaria llega hasta las nubes.
- La súplica del humilde atraviesa las nubes
y mientras no llega a su destino, él no se consuela:
- no desiste hasta que el Altísimo
interviene, para juzgar a los justos y hacerles justicia.
- El Señor no tardará y no tendrá paciencia
con los impíos,
- hasta quebrar el poderío de los
despiadados y dar su merecido a las naciones;
- hasta extirpar la multitud de los
prepotentes y quebrar el cetro de los injustos;
- hasta retribuir a cada
hombre según sus acciones, remunerando las obras de los hombres según sus
intenciones;
- hasta juzgar la causa de su pueblo y
alegrarlo con su misericordia.
- ¡Qué hermosa es la misericordia en le
momento de la aflicción, como las nubes de lluvia en tiempo de sequía!