Eclo34 - kzu/VocabularioTeologiaBiblica GitHub Wiki
El Antiguo Testamento
ECLESIASTICO
Capítulo 34
Vanas y engañosas son
las esperanzas del insensato, y los sueños dan alas a los necios.
Tratar de asir una sombra o correr detrás
del viento es dar crédito a los sueños.
Las visiones de los sueños no son más que
un espejismo: un rostro ante el reflejo de su propia imagen.
¿Puede sacarse algo puro de lo impuro o de
la mentira puede salir la verdad?
Adivinaciones, augurios y
sueños son cosas vanas, puras fantasías, como las de una parturienta.
A no ser que los envíe el Altísimo en una
visita, no les prestes ninguna atención.
Porque los sueños han
extraviado a muchos que cayeron por esperar en ellos.
La Ley debe cumplirse sin falsedad, y la
sabiduría expresada fielmente es perfecta.
El que ha viajado mucho sabe
muchas cosas, y el hombre de experiencia habla inteligentemente.
El que no ha sido probado sabe pocas
cosas, pero el que ha andado mucho adquiere gran habilidad.
Yo he visto muchas cosas en
el curo de mis viajes, y sé mucho más de lo que podría expresar.
Muchas veces estuve en
peligro de muerte, y gracias a todo eso escapé sano y salvo.
El espíritu de los que temen
al Señor vivirá, porque han puesto su esperanza en aquel que los salva.
El que teme al Señor no se
intimida por nada, y no se acobarda, porque él es su esperanza.
¡Feliz el alma del que teme al Señor! ¿En quién se sostiene y cuál es su apoyo?
Los ojos del Señor miran a
aquellos que lo aman: él es escudo poderoso y apoyo seguro, refugio contra el
viento abrasador y el ardor del mediodías, salvaguardia contra el tropiezo y auxilio
contra la caída.
El levanta el ánimo e ilumina los ojos, da
salud, vida y bendición.
Ofrecer en sacrificio el fruto de la
injusticia es presentar una ofrenda defectuosa, y los dones de los impíos no
son aceptados.
El Altísimo no acepta las ofrendas de los
impíos, y no es por el número de víctimas que perdona los pecados.
Como inmolar a un hijo ante los ojos de su
padre, es presentar una víctima con bienes quitados a los pobres.
Un mendrugo de pan es la
vida de los indigentes: el que los priva de él es un sanguinario.
Mata a su prójimo el que lo priva del
sustento, derrama sangre el que retiene el salario del jornalero.
Si uno edifica y otro destruye, ¿qué ganan
con eso sino fatigas?
Si uno suplica y otro maldice, ¿qué voz
escuchará el Dueño de todo?
El que vuelve a toca a un muerte después
de haberse lavado, ¿qué ha ganado con purificarse?
Así es el hombre que ayuda por sus
pecados y luego vuelve a cometerlos ¿quién escuchará su plegaria y qué ha
ganado con humillarse?