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El Antiguo Testamento
ECLESIASTICO
Capítulo 25
Con tres cosas me adorno y
me presento embellecida delante del Señor y de los hombres: la concordia entre
hermanos, la amistad entre vecinos y una mujer y un marido que se llevan bien.
Pero hay tres clases de gente
que aborrezco y que me irritan por su manera de vivir: un pobre soberbio, un
rico mentiroso y un viejo adúltero que ha perdido el juicio.
Si no has ahorrado en la
juventud, ¿cómo vas a encontrar algo en tu vejez?
¡Qué bello adorno para las
canas es saber juzgar y para los ancianos, ser hombres de consejo!
¡Qué hermosa es la sabiduría
de los ancianos, la reflexión y el consejo en la gente respetable!
Corona de los ancianos es una rica
experiencia, y su orgullo, el temor del Señor.
Hay nueve cosas imaginables,
que considero felices, y la décima, también las voy a mencionar: un hombre que
está contento de sus hijos y uno que ve en vida la caída de sus enemigos.
¡Feliz el que vive con una esposa
inteligente, el que no ha incurrido en falta con su lengua y el que no ha
servido a un patrón indigno de él!
¡Feliz el que ha encontrado la prudencia y
el que la expone ante un auditorio atento!
¡Qué grande es aquel que encontró la
sabiduría! Pero nadie aventaja al que teme al Señor:
el temor del Señor supera a todos lo
demás, y el que lo posee ¿a quién se puede comparar?
El temor del Señor es el comienzo de su
amor, y es por la fe que uno empieza a unirse a él.
¡Cualquier herida, menos la del corazón!
¡Cualquier maldad, menos la de una mujer!
¡Cualquier desgracia, menos la causada por
el odio! ¡Cualquier venganza, menos la de un enemigo!
No hay peor veneno que el de la serpiente,
ni peor furia que la de la mujer.
Preferiría habitar con un león o un dragón
antes que vivir con una mala mujer.
La maldad de una mujer desfigura su
semblante y vuelve su rostro huraño como un oso.
Su marido se va a sentar en medio de sus
vecinos y no puede reprimir sus amargos gemidos.
Toda maldad es pequeña comparada con la de
la mujer: ¡que caiga sobre ella la suerte del pecador!
Cuesta arenosa para los pies de un anciano
es la mujer charlatana para un esposo apacible.
No te dejes cautivar por los
encantos de una mujer ni te apasiones por ella.
Estallido de enojo, infamia y una gran
vergüenza esperan al hombre que es mantenido por su mujer.
Corazón abatido, rostro sombrío y pena del
alma es una mala mujer. Manos inertes y rodillas paralizadas es
la mujer que no hace feliz al marido.
Por una mujer tuvo comienzo el pecado, y a
causa de ella, todos morimos.
No dejes correr el agua ni des libertad a
una mala mujer.
Si no camina como tú le indicas,
arráncala de tu propia carne.