Este es el mandamiento,
y estos son los preceptos y las leyes que el Señor, su Dios, ordenó que les
enseñara a practicar en el país del que van a tomar posesión.
A fin de que temas al Señor,
tu Dios, observando constantemente todos los preceptos y mandamientos que yo te
prescribo, y así tengas una larga vida, lo mismo que tu hijo y tu nieto.
Por eso, escucha, Israel, y empéñate en
cumplirlos. Así gozarás de bienestar y llegarás a ser muy numeroso en la tierra
que mana leche y miel, como el Señor, tu Dios, te lo ha prometido.
Escucha, Israel: el Señor, nuestro Dios, es
el único Señor.
Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu
corazón, con toda tu alma y con todas tus fuerzas.
Graba en tu corazón estas
palabras que yo te dicto hoy.
Incúlcalas a tus hijos, y
háblales de ellas cuando estés en tu casa y cuando vayas de viaje, al acostarte
y al levantarte.
Atalas a tu mano como un signo, y que estén
como una marca sobre tu frente.
Escríbelas en las puertas de
tu casa y en sus postes.
Cuando el Señor, tu Dios te
introduzca en la tierra que él te dará, porque así lo juró a tus padres, a
Abraham, a Isaac y a Jacob en ciudades grandes y prósperas que tú no
levantaste;
en casas colmadas de toda
clase de bienes, que tú no acumulaste; en pozos que tú no cavaste; en viñedos y
olivares que tú no plantaste y cuando comas hasta saciarte,
ten cuidado de no olvidar al
Señor que te hizo salir de Egipto, de un lugar de esclavitud.
Teme al Señor tu Dios,
sírvelo y jura por su Nombre.
Exhortación a la fidelidad
No vayan detrás de otros
dioses, de los dioses de los pueblos que están alrededor de ustedes.
Porque el Señor, tu Dios,
que está en medio de tí, es un Dios celoso, y si su enojo se enciende contra
tí, te exterminará de la tierra.
No provoquen al Señor, su Dios, como lo
hicieron en Masá.
Observen cuidadosamente los
mandamientos del Señor, su Dios, y las instrucciones y los preceptos que él te
dio.
Practica lo que es recto y
bueno a los ojos del Señor, para ser feliz e ir a tomar posesión de la hermosa
tierra que él prometió con un juramento a tus padres.
Porque el Señor expulsará a
todos los enemigos que encuentres a tu paso, como te lo ha anunciado.
Y cuando tu hijo te pregunte
el día de mañana: «¿Qué significan esas normas, esos preceptos y esas leyes que
el Señor nos ha impuesto?»,
tú deberás responderle:
«Nosotros fuimos esclavos del Faraón en Egipto, pero el Señor nos hizo salir de
allí con mano poderosa.
El realizó, ante nuestros mismos ojos,
grandes signos y tremendos prodigios contra Egipto, contra el Faraón y contra
toda su casa.
El nos hizo salir de allí y nos condujo
para darnos la tierra que había prometido a nuestros padres con un juramento.
El Señor nos ordenó practicar todos estos
preceptos y temerlo a él, para que siempre fuéramos felices y para conservamos
la vida, como ahora sucede.
Y esta será nuestra justicia: observar y
poner en práctica todos estos mandamientos delante del Señor, nuestro Dios,
como él nos lo ordenó».