Cuando te sucedan todas estas cosas –la
bendición y la maldición que he puesto delante de ti– si las meditas en tu
corazón en medio de las naciones donde el Señor, tu Dios, y tú te habrá
arrojado,
si te conviertes al Señor, tu Dios, y tus
hijos le obedecen con todo su corazón y con toda su alma, exactamente como hoy
te lo ordeno,
entonces el Señor, tu Dios, cambiará tu
suerte y tendrá misericordia de ti. El te volverá a reunir de entre todos los
pueblos por donde te había dispersado.
Aunque tus desterrados se encuentren
en los confines del cielo, de allí el Señor, tu Dios, te volverá a reunir, de
allí te tomará.
El te hará entrar en la
tierra que poseyeron tus padres, y tú también la poseerás; y hará que seas más
feliz y numeroso que tus padres.
El Señor, tu Dios,
circuncidará tu corazón y el corazón de tus descendientes, para que lo ames con
todo tu corazón y con toda tu alma, y así tengas vida.
Y él hará caer todas estas
maldiciones sobre tus enemigos y sobre los adversarios que te hayan perseguido.
Entonces tú escucharás de
nuevo la voz del Señor y pondrás en práctica todos sus mandamientos, tal como
hoy te los prescribo.
El Señor, tu Dios, te dará
abundante prosperidad en todas tus empresas, en el fruto de tus entrarás, en
las crías de tu ganado y en los productos de tu suelo. Porque el Señor volverá
a complacerse en tu prosperidad, como antes se había complacido en la
prosperidad de tus padres.
Todo esto te sucederá porque
habrás escuchado la voz del Señor, tu Dios, y observado sus mandamientos y sus
leyes, que están escritas en este libro de la Ley, después de haberte
convertido al Señor, tu Dios, con todo tu corazón y con toda tu alma.
Este mandamiento que hoy te
prescribo no es superior a tus fuerzas ni está fuera de tu alcance.
No está en el cielo, para
que digas: «¿Quién subirá por nosotros al cielo y lo traerá hasta aquí, de
manera que podamos escucharlo y ponerlo en práctica?
Ni tampoco está más allá del
mar, para que digas: «¿Quién cruzará por nosotros a la otra orilla y lo traerá
hasta aquí, de manera que podamos escucharlo y ponerlo en práctica?»
No, la palabra está muy
cerca de ti, en tu boca y en tu corazón, para que la practiques.
Israel ante la vida y la muerte
Hoy pongo delante de ti la
vida y la felicidad, la muerte y la desdicha.
Si escuchas los mandamientos
del Señor, tu Dios, que hoy te prescribo, si amas al Señor, tu Dios, y cumples
sus mandamientos, sus leyes y sus preceptos, entonces vivirás, te
multiplicarás, y el Señor, tu Dios, te bendecirá en la tierra donde ahora vas a
entrar para tomar posesión de ella.
Pero si tu corazón se desvía
y no escuchas, si te dejas arrastrar y vas a postrarte ante otros dioses para
servirlo.
yo les anuncio hoy que
ustedes se perderán irremediablemente, y no vivirán mucho tiempo en la tierra
que vas a poseer después de cruzar el Jordán.
Hoy tomo por testigos contra ustedes al
cielo y a la tierra; yo he puesto delante de ti la vida y la muerte, la
bendición y la maldición. Elige la vida, y vivirás, tú y tus
descendientes,
con tal que ames al Señor,
tu Dios, escuches su voz y le seas fiel. Porque de ello depende tu vida y tu
larga permanencia en la tierra que el Señor juró dar a tus padres, a Abraham, a
Isaac y a Jacob.