Moisés y los ancianos de Israel dieron
esta orden al pueblo: Observa integramente el mandamiento que hoy les
prescribo.
El día en que crucen el
Jordán para ir a la tierra que el Señor, tu Dios, te da, erigirás unas piedras,
bien grandes, las blanquearás con cal,
y escribirás en ellas todas
las palabras de esta Ley. Harás esto cuando cruces el Jordán para entrar en el
país que te da el Señor, tu Dios –esa tierra que mana leche y miel– como el
Señor, el Dios de tus padres te lo ha prometido.
Después de cruzar el Jordán,
pondrán esas piedras en el monte Ebal, según instrucciones que hoy les doy, y
las blanquearán con cal.
Allí erguirás también un
altar de piedra en honor del Señor, tu Dios. No usarás ningún instrumento de
hierro para trabajar las piedras,
porque el altar del Señor
deberá estar construido con piedras intactas. Ofrecerás en él
holocaustos al Señor, tu Dios,
e inmolarás sacrificios de comunión. Allí
comerás y te alegrarás en la presencia del Señor, tu Dios,
y escribirás en las piedras,
con rasgos bien claros, todas las palabras de esta Ley.
Después, Moisés y los
sacerdotes levitas se dirigieron a todo Israel en estos términos: «Calla,
Israel, y escucha. Hoy te has convertido en el pueblo del Señor, tu Dios.
Escucha la voz del Señor, tu
Dios, y practica los mandamientos y las leyes que hoy te prescribo».
Aquel día, Moisés dio esta orden al
pueblo:
Después de cruzar el Jordán, las tribus de
Simeón, Leví y Judá, Isacar, José y Benjamín, estarán en el monte Garizim, para
proclamar la bendición al pueblo;
y las tribus de Rubén, Gad y
Aser, Zabulón, Dan y Neftalí estarán en el monte Ebal, para proclamar la
maldición.
Las doce maldiciones
Los levitas tomarán la
palabra y dirán en alta voz a todos los hombres de Israel:
Maldito sea el hombre que hace un ídolo
tallado o de metal fundido –abominación para el Señor, obra de un artesano– y
lo guarda en un lugar oculto. Y todo el pueblo responderá: Amén.
Maldito sea el que menosprecia a su padre
o a su madre. Y todo el pueblo responderá: Amén.
Maldito sea el que desplaza los límites de
la propiedad de su vecino. Y todo el pueblo responderá: Amén.
Maldito sea el que aparta a un ciego del
camino. Y todo el pueblo responderá: Amén.
Maldito sea el que conculca el derecho del
extranjero, del huérfano o de la viuda. Y todo el pueblo responderá. Amén.
Maldito sea el que se acuesta con la mujer
de su padre, porque de esa manera descubre el borde de la manta de su padre. Y
todo el pueblo responderá: Amén.
Maldito sea el que se acuesta con un
animal. Y todo el pueblo responderá: Amén.
Maldito sea el que se acuesta con su
hermana, la hija de su padre o de su madre. Y todo el pueblo responderá: Amén.
Maldito sea el que se acuesta con su suegra. Y todo el pueblo responderá: Amén.
Maldito sea el que mata ocultamente a su
prójimo. Y todo el pueblo responderá: Amén.
Maldito sea el que mata ocultamente a su
prójimo. Y todo el pueblo responderá: Amén.
Maldito sea el que se deja sobornar para
quitar la vida a un inocente: Y todo el pueblo responderá: Amén.
Maldito sea el que no respeta ni cumple
las palabras de esta Ley. Y todo el pueblo responderá: Amén.