2Cor4 - kzu/VocabularioTeologiaBiblica GitHub Wiki
El Nuevo Testamento
SEGUNDA CARTA A LOS CORINTIOS
Capítulo 4
Por eso, investidos misericordiosamente
del ministerio apostólico, no nos desanimamos
y nunca hemos callado nada por vergüenza,
ni hemos procedido con astucia o falsificando la Palabra de Dios. Por el
contrario, manifestando abiertamente la verdad, nos recomendamos a nosotros
mismos, delante de Dios, frente a toda conciencia humana.
Si nuestro Evangelio todavía resulta
impenetrable, lo es sólo para aquellos que se pierden,
para los incrédulos, a quienes el dios de
este mundo les ha enceguecido el entendimiento, a fin de que no vean
resplandecer el Evangelio de la gloria de Cristo, que es la imagen de Dios.
Porque no nos predicamos a nosotros mismos,
sino a Cristo Jesús, el Señor, y nosotros no somos más que servidores de
ustedes por amor de Jesús.
Porque el mismo Dios que dijo: «Brille la
luz en medio de las tinieblas», es el que hizo brillar su luz en nuestros
corazones para que resplandezca el conocimiento de la gloria de Dios, reflejada
en el rostro de Cristo.
Pero nosotros llevamos ese tesoro en
recipientes de barro, para que se vea bien que este poder extraordinario no
procede de nosotros, sino de Dios.
Estamos atribulados por todas partes, pero
no abatidos; perplejos, pero no desesperados;
perseguidos, pero no abandonados;
derribados, pero no aniquilados.
Siempre y a todas partes,
llevamos en nuestro cuerpo los sufrimientos de la muerte de Jesús, para que
también la vida de Jesús se manifieste en nuestro cuerpo.
Y así aunque vivimos,
estamos siempre enfrentando a la muerte por causa de Jesús, para que también la
vida de Jesús se manifieste en nuestra carne mortal.
De esa manera, la muerte hace su obra en
nosotros, y en ustedes, la vida.
Pero teniendo ese mismo espíritu de fe,
del que dice la Escritura: Creí, y por eso hablé, también nosotros creemos, y
por lo tanto, hablamos.
Y nosotros sabemos que aquel que resucitó
al Señor Jesús nos resucitará con él y nos reunirá a su lado junto con ustedes.
Todo esto es por ustedes: para que al
abundar la gracia, abunde también el número de los que participan en la acción
de gracias para gloria de Dios.
Por eso, no nos desanimamos: aunque
nuestro hombre exterior se vaya destruyendo, nuestro hombre interior se va
renovando día a día.
Nuestra angustia, que es leve y pasajera,
nos prepara una gloria eterna, que supera toda medida.
Porque no tenemos puesta la mirada en
las cosas visibles, sino en las invisibles: lo que se ve es transitorio, lo que
no se ve es eterno.